Ignacio Moreno Bustamante

Me quedo con Messi... y con Carmelo

Esa visceralidad de Maradona, ese populismo, esa mala educación que le caracterizaba, al parecer llega al corazón de mucha gente, pero era un pésimo ejemplo para jóvenes y niños

Maradona hace una fea entrada a Carmelo Navarro en aquel Cádiz-Sevilla del año 93. ABC

Ignacio Moreno Bustamante

El pasado miércoles, poco después de comer, mi hija pequeña –rictus serio– me preguntó si había muerto Madonna. Una amiga suya se lo había comentado pero no estaba muy segura. Ni siquiera estaba segura de saber muy bien quién era la tal Madonna. Rápido vistazo ... al móvil y pude corroborar que la intérprete de ‘Like a Virgin’ sigue vivita y coleando. Quien ya no podía decir lo mismo era otro mito, no de la música, sino del fútbol. Desde esa misma tarde todos hemos seguido ‘on line’ el funeral, el entierro y el bochornoso comportamiento de no pocos argentinos en el adiós de su ídolo, en el adiós de Diego Armando Maradona. Nos han bombardeado con historias, vivencias, anécdotas en torno a su figura. Servidor también tiene una. La única vez que lo vi en mi vida en persona me pilló con 19 años y fue a lo lejos. Tanto como la distancia que va desde la parte alta del antiguo Fondo Norte, justo debajo de donde se ubicaba el Norte Trompetero, y el terreno de juego del Ramón de Carranza. Lo que se distinguía desde allí era un futbolista regordete, pelín zambón en la forma de andar y de correr, y que no hizo otra cosa que gesticular, protestar, encararse con el árbitro y pelearse con Carmelo,¡ay! con Don Carmelo Navarro. En aquel momento nos daba exactamente igual lo que Maradona hubiera sido antes, lo que fuera en ese momento y lo que pudiera llegar a ser en el futuro. Simplemente era un rival del Cádiz, de nuestro Cádiz, que como cada año se jugaba la permanencia. Para nosotros los mejores del mundo eran el Beckembauer de la Bahía, Barla, Tubo Fernández –¡Bien Tubo bien, picha!–, Arteaga, Ángel Oliva, Stimac, Javi Germán... Hoy, 27 años después, lo que tengo grabado a fuego es que aquel que decían que era el mejor jugador de la historia, aquella tarde no fue más que un futbolista que se arrastró por el césped. Alguien que a esas alturas de su carrera debía estar muy por encima de toda aquella bronca, y que no sólo no lo estuvo sino que fue el principal causante de la misma.

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