Principios innegociables

Millones de españoles hemos crecido con la idea de que con ETA no se negociaba. Era un principio inquebrantable. Ahora vemos como Pablo Iglesias lo hace con su brazo político mientras Pedro Sánchez lo permite mirando para otro lado

En 1987, bajo el gobierno del PSOE, ETA atentó contra la casa cuartel de Zaragoza, en el que murieron cinco niñas. ABC
Ignacio Moreno Bustamante

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En mi generación –los nacidos a finales de los 60, principios de los 70–, uno empezaba a hacerse mayor cuando llegaba a 1º de BUP. Hasta entonces, la EGB consistía en mucho jugar al fútbol, al ‘contra’, al mangüiti, al conejo de la suerte y ... en vivir en una enorme burbuja de protección infantil. Fuera de tu ámbito familiar y de amigos, a lo más que llegabas era a enterarte de que en España se jugaba el Mundial 82 y en EEUU las Olimpiadas de Los Ángeles 84. Para nosotros, Franco era un viejo calvo, bajito y con bigote del que hablaban nuestros abuelos. Con cierto parecido a Rompetechos. Pero, ay amigo, llegabas a BUP y eso era ya otro mundo. El mundo de los mayores, donde quien más quien menos le daba una calada a un cigarro y los más perdidos empezaban con los porritos. Prácticamente de un año para otro cambiaba radicalmente tu percepción de ese mundo, de la vida. Para lo bueno y para lo malo. Empezabas a ser consciente de verdad de lo que ocurría a tu alrededor. Y una de las peores cosas que ocurría, si no la peor, es que en el norte de nuestro país había una banda que se dedicaba a matar inocentes porque unos cuantos asesinos querían independizarse de España. En mi caso el gran salto al mundo adulto se produjo en el año 87. De ahí en adelante, durante bastantes más, no había telediario que no abriera con el asesinato de un guardia civil, de un policía, de un juez, de un político, de un escolta o directamente de hombres, mujeres y niños de cualquier clase y condición. Mire usted que en Cádiz estamos a mil kilómetros de distancia, pero marcaba nuestro día a día, como ahora lo hace la maldita pandemia. Hipercor, las casas cuartel, Ortega Lara, Irene Villa, los coches bomba... formaban parte de nuestras conversaciones diarias. Y dentro de aquel horror, había un nexo común, una idea inquebrantable, que nos unía a todos. Y era que con ETA no se negociaba. Durante años, bajo distintos gobiernos de PSOE y PP, España no se doblegó a esos asesinos que tanto repudiábamos. La prueba de fuego, y quizá el punto de inflexión, llegó con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Una experiencia dolorosísima para todos los españoles. O eso creíamos. Porque por lo visto, había gente –por aquellos entonces minoritarios, marginales– que no vieron tan mal la actuación de los etarras. Por aquel entonces Pablo Iglesias debía tener 18 años recién cumpliditos. No estaría mal tener un ‘Delorean’ (‘Regreso al futuro’ también marcó nuestra infancia) y ver cómo vivió aquello el líder de Podemos. A la vista de sus acciones actuales, pactando con el actual brazo político de aquellos asesinos, es probable que le encontrara alguna justificación a semejante vileza. Por la libertad del pueblo, la opresión del Régimen, etc etc.

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