Permítame que discrepe

Vivimos malos tiempos para el debate pausado, para la discrepancia desde el respeto. O estás conmigo o contra mí. Dialoguemos, con un café por medio, aunque no alcancemos consensos plenos

La ministra Irene Montero, en un debate
Ignacio Moreno Bustamante

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Vivimos tiempos de polarización. De división. O estás conmigo o estás contra mí. O defiendes mis valores o eres un fascista o un comunista, según el caso. Las razones de esta división de la sociedad –mundial, europea y española– son varias y complejas. Pero al ... igual que ha ocurrido a lo largo de la historia, desde el inicio de la Edad Antigua con la invención de la escritura a las polis griegas, desde la caída del Imperio Romano a la Revolución Industrial, siempre está como telón de fondo la economía y sus múltiples repercusiones en la sociedad. Sin embargo, en este nuevo –o no tan nuevo ya– siglo XXI se ha introducido, nos han introducido, un elemento perverso que ha acelerado y potenciado hasta el infinito la enorme brecha social que vivimos en la actualidad: las nuevas tecnologías. Desde que en la prehistoria el ser humano inventó las armas con el objetivo de cazar y uno de ellos decidió utilizarlas contra otro ser humano, jamás se había hecho un uso tan perverso de una herramienta que, en principio, es un invento excelente. No me refiero a la inteligencia artifical, la robótica o el big data. El problema está en las tecnologías aplicadas a la comunicación, en las redes sociales.

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