Periodistas
Jamás en 21 años de profesión me he sentido tan útil como en estos últimos días; si una sola persona se ha concienciado más, se ha protegido mejor, gracias a alguna información publicada en LA VOZ DE CÁDIZ, todo habrá valido la pena
Más útiles que nunca. Así nos sentimos hoy los periodistas. Servidores de la ciudadanía. Al servicio de la información. De la noticia trabajada en tiempo récord pero siempre contrastada. En estos días en que los bulos corren con peligrosa facilidad por las redes sociales, los ... medios de comunicación tradicionales, en cualquiera de sus formatos, ofrecemos análisis, reflexión, orden, jerarquía en las informaciones. Realizando un servicio público sin el que, no me cabe la menor duda, toda esta pesadilla sería aún peor. Tanto, que podría llevarnos al caos. No me atreveré a poner al gremio periodístico a la altura del personal sanitario en estos difíciles días que vivimos. Pero sí del de otros muchos que también se están dejando la piel por los demás. Desde trabajadores de supermercados a limpiadores, de transportistas a militares o policías. ¿Se imagina cuál sería la cifra de infectados, de fallecidos, si los medios de comunicación no ejercieran su función, si no trasladaran los mensajes del Gobierno, de los expertos? ¿Cómo estaríamos si usted solo pudiera informarse por sus grupos de whatsap o preguntando a su vecino?
Personalmente, jamás en 21 años de profesión me he sentido más útil que en estos últimos diez días. Si un solo gaditano ha podido protegerse mejor o concienciarse más gracias a alguna noticia publicada en nuestras páginas, esas más de dos décadas –y lo que quede por venir–, ya están compensadas. No nos hace falta que salga nadie a la terraza a aplaudirnos. De verdad que no. Somos un gremio complicado, extremadamente competitivo. Cainita muchas veces. Pero cuando una bofetada como esta relativiza de un plumazo la importancia de una exclusiva, cuando la línea editorial se vuelve temporalmente algo más difusa porque lo único claro es que debemos ser transmisores de información vital para seguir vivos, cuando eso ocurre como está ocurriendo ahora... esa sensación de utilidad lo paga absolutamente todo.
Y no está siendo fácil. De verdad que no. La presión psicológica es brutal. Tanto para los que seguimos de retén en las redacciones, como los que ahora tienen que trabajar desde casa y por supuesto los que están cada día en la calle contándonos todo cuanto ocurre. Manejamos una cantidad de información desbordante. Toda ella negativa. Que te golpea con dureza. De la que es imposible abstraerte prácticamente en ningún momento. Ni siquiera el rato que estás en casa. Hay que hacer un enorme esfuerzo por separar al periodista de la persona. Dejar de lado el sentimiento y centrarse. Casi las 24 horas del día. No dejarse abatir por la crudeza de las cifras y seguir contrastando antes de informar. Analizando. Sirviendo. Para ser útiles.
Y cuando todo esto acabe, cuando nos reencontremos en actos y ruedas de prensa, nos sonreiremos con complicidad. Ese será nuestro propio aplauso. El de un gremio muchas veces denostado pero que, entre nosotros, sabremos que aquel día en que decidimos dedicarnos al periodismo fue para esto exactamente. Para servir a los demás. Para ser útiles a la sociedad.