Orgullo de gaditano
Hubo un tiempo en que nuestra mejor carta de presentación no era la simpatía, el carnaval y la playa, sino nuestra audacia, nuestra capacidad de trabajo y nuestro cosmopolitismo
Si pudiésemos rebobinar en el tiempo y retrocediéramos exactamente 500 años, tal día como hoy, 21 de marzo, la expedición de Magallanes y Elcano estaría en las islas Filipinas después de haber logrado cruzar del Océano Atlántico al Pacífico (entonces conocido como Mar del Sur) ... por primera vez en la historia. Ambos, y el puñado de hombres que comandaban, estarían aún reponiéndose de las penurias que les obligaron a alimentarse a base de ratas y del cuero de los mástiles. Y el explorador portugués no sabría que apenas un mes después iba a morir en la batalla de Mactán, a manos de algún guerrero liderado por el jefe Lapulapu. La película se la sabe usted, de hecho estamos en plena conmemoración de esa histórica gesta de la primera circunnavegación del mundo. El Tratado de Tordesillas, por el que España y Portugal se repartían el este y el oeste del mundo entonces conocido. Magallanes que le promete al adolescente Rey Carlos I que él podía llegar a Las Molucas navegando sólo aguas españolas y traer a nuestro país toneladas de especias, tan demandadas en la época como ahora el petróleo. Y tres años después de que cinco naves zarparan de Sanlúcar con cientos de hombres a bordo, tan sólo regresó una con 18 escuálidos marineros encabezados por Juan Sebastián de Elcano. Eso sí, con la bodega hasta arriba de clavo, tan valioso que reportó pingües beneficios tanto a la Corona como a los mercaderes que habían financiado la expedición. Esta gesta –tan difícil para la época como siglos después la llegada a la luna y desde luego muchísimo más relevante para la historia– tuvo su origen y final en nuestra provincia.
Y si desde ese punto avanzáramos unos 200 años más –allá por 1.717– nos situaríamos en el momento en el que Cádiz arrebató a Sevilla la denominada Casa de Contratación, que en aquel entonces era el ente que gestionaba todo el comercio de España con ultramar. O lo que es lo mismo, el mayor generador de riqueza del mundo. Lo cual hizo –para gran cabreo de los sevillanos, que siempre nos han tenido un poquito de envidia, las cosas como son– que los hombres más ricos de Europa se instalaran en nuestra ciudad y en toda la Bahía, la cual vivió los mejores años de sus 3.000 de historia. La cultura, la alta burguesía, el poder comercial y financiero, el cosmopolitismo en definitiva, era el día a día de la provincia de Cádiz. Y lo siguió siendo durante décadas hasta alcanzar el cénit en 1.812, en otra película que también se sabe usted, con la proclamación en el Oratorio de San Felipe Neri de la primera Constitución Española. Todos estos eventos, y algunos acaecidos varios siglos antes y por tanto no tan documentados, hicieron de Cádiz uno de los epicentros de España, Europa y el mundo.
Conviene recordarlo en una semana como esta, en la que hemos celebrado el Día de la Provincia. Tenemos muchísimos motivos para sentirnos orgullosos de ser gaditanos. Pero no debemos olvidar que nuestras mejores cartas de presentación no siempre han sido la simpatía, el carnaval y la playa. Hubo un tiempo en que eran nuestra audacia, nuestra capacidad de trabajo –siempre relacionada con el mar– y nuestra cultura. Personalmente me siento mucho más orgulloso de nuestro pasado que de nuestro presente. Y no pierdo la esperanza de estarlo en nuestro futuro, cuando llegue. Quizá el primer paso sea analizar qué somos hoy, ejercer de verdad la autocrítica y hacer todo lo posible por intentar volver a ser lo que, no una sino varias veces, fuimos.