Nuestros Donald Trump

El aún presidente de EEUU es un indeseable, un populista; tanto como algunos demagogos y salvapatrias que ocupan cargos públicos en nuestro país y son igual de peligrosos que él

El seguidor de Trump que entró en el despacho de Nancy Pelosi y que ya ha sido detenido. EFE
Ignacio Moreno Bustamante

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Pese a la distancia, exactamente los 6.062 kilómetros que separan Cádiz y Washington –con el Océano Atlántico de por medio–, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Donald Trump es un indeseable. Es lo que tiene la globalización. Que lo que está muy lejos ... lo tenemos muy cerca. Lo vivimos muy cerca y de forma muy inmediata. Y por eso sabemos a ciencia cierta que estos cuatro últimos años uno de los países más poderosos del mundo ha estado gobernado por un hombre que posee varios de los peores rasgos del ser humano, de entre los que destacan dos: la codicia y la soberbia. La codicia le llevó a convertirse en multimillonario con negocios, como mínimo, turbios. Y de ahí a la Casa Blanca. Y la soberbia es la que le impide tener una salida digna ahora que ha perdido la reelección. Pese a esa derrota, le votaron más de 70 millones de estadounidenses. Y si unimos la globalización –en este caso Twitter– su despreciable personalidad y tal cantidad de seguidores, es relativamente fácil de entender lo que ocurrió el pasado miércoles con el asalto al Capitolio. Un episodio que casi se podría calificar de cómico si no fuera por el grave ataque a la institución y, sobre todo, porque varias personas perdieron la vida.

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