La mirada de aquel niño

Fue el primero en bajar del autobús procedente de Ucrania y sus ojos reflejaban una mezcla de cansancio, felicidad, preocupación y sorpresa

Momento de la llegada a Chiclana del autobús con 28 refugiados ucranianos el pasado jueves. A. V.
Ignacio Moreno Bustamante

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Una mezcla de cansancio, felicidad, preocupación y sorpresa se reflejaba en su cara. Es solo un niño. Fue el primero en bajar del autobús que llegó a la provincia de Cádiz, procedente de Ucrania, en la noche del pasado jueves. Cansancio lógico tras un largo ... viaje que no comenzó al subir a aquel autocar, sino cuando tuvo que abandonar apresuradamente su casa junto a su madre y hermanos para dirigirise a la frontera con Polonia. Felicidad por saber que inicia una nueva vida, o al menos una nueva etapa, en un país en el que no suenan sirenas antiáereas, ni explotan edificios ni hay que refugiarse en búnkeres subterráneos para seguir vivos. Y también porque ha conseguido esquivar a las mafias que están aprovechando su triste situación para captar a mujeres y niños a los que –en caso de caer en sus garras– les espera una vida aún más dura que la de la guerra. También sentía preocupación, claro. Atrás deja a familiares y amigos a los que no sabe si volverá a ver algún día. Todo esto no puede racionalizarlo del todo, es muy pequeño aún. Pero lo siente dentro, pegado a su alma, en una sensación que no sabe describir. Sensación que se mezcla también con la sorpresa por el recibimiento al llegar a Chiclana, con aplausos, cámaras de televisión, periodistas y globos amarillos y azules. Los colores de la bandera de su país. Ese niño no tiene edad para entender los motivos por los que Vladimir Putin ha decidido invadirles. Ni por qué su padre se tiene que quedar allí y no pudo subir con él al autobús. Sólo sabe que en su familia aún están muy presentes las secuelas de un accidente nuclear ocurrido en Chernóbil hace más de 30 años. Que prácticamente desde que tiene memoria ha tenido que ir al colegio y a jugar con sus amigos con una mascarilla por una pandemia mundial. Y que ahora, cuando apenas ha cumplido diez años, una guerra le han separado de esos amigos y de la mayor parte de su familia.

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