Millones y sentimientos

El destino ha querido que el Cádiz pueda firmar la mejor temporada de su historia justo el año en que nos han recordado que el fútbol es un sentimiento que unos cuantos dirigentes han sabido monetizar para hacerse millonarios

Manuel Vizcaíno y Florentino Pérez. RM

Si no lo hace esta misma tarde ante el Elche, puede hacerlo el fin de semana que viene frente al Levante. El Cádiz está a punto de firmar la mejor temporada de toda su historia. Más de 110 años en los que los cadistas –cada ... cual en su época– hemos padecido muchísimos sinsabores y disfrutado alguna que otra alegría. Hoy día, el fútbol es fundamentalmente un sentimiento que personas como Javier Tebas, Florentino Pérez y todos y cada uno de los presidentes de los clubes de fútbol profesionales de España han sabido ‘monetizar’ para que les reporten pingües beneficios. A ellos. Personalmente. Y nosotros, los aficionados, nos dejamos hacer. Al fin y al cabo es nuestra pasión. Cuando Negredo se la dejó de cabeza al ‘Choco’ y el hondureño controló en el área y se la picó por encima a Courtois para marcar el gol al Real Madrid mi alegría y la de miles de aficionados fue tal que se nos nubló el sentido, difícilmente podíamos pensar de modo racional en nada más. Igual que cuando Jordi Alba sacó de banda y Lenglet la cagó en el control para que Negredo –otra vez Negredo– se la llevara medio de rebote, fintara ante la llegada de Frenkie de Jong y marcara el segundo ante el Barça. Ahí, a lo más que pudo usted llegar, cadista de toda la vida, es a pensar en su padre. En cuando le llevaba a Carranza de pequeño, cruzando la pasarela porque aparcaba en Loreto, que era más fácil que en la Avenida. O en su amigo de toda la vida, con el que seguro que se hubiese abrazado en su localidad de Fondo Norte. Esta vez a lo más que pudo llegar es a mandarle un ‘wasap’ diciéndole simplemente: ‘GOOOOOOOLLLLL’. Maldita pandemia. De eso se acuerda usted cuando se le secan las lágrimas de emoción con cada alegría que le da su Cádiz. Que este año han sido muchas. Difícilmente se ha sentido usted más identificado con alguien que con Álvaro Cervera y sus gestos de euforia tras la victoria ante el Granada.

Pero eso es lo que siente usted, simple aficionado. Ha querido la casualidad que la mejor temporada de la historia del Cádiz sea precisamente esta, en la que a punto ha estado el fútbol de reinventarse por completo. La Superliga. ¿Se acuerda? Finalmente no verá la luz... al menos de momento. Pero la polémica suscitada nos recuerda que una cosa son –somos– los aficionados, y otra muy distinta los gestores del fútbol. Lo que siente un gestor de un club es la punzada que da el saber que en la hoja de Excell de la partida de ingresos cada gol, cada victoria, revaloriza al futbolista que lo marca. Y al club. Y su variable, ese que le hace millonario, aumenta.

Todo esto es lícito, faltaría más. El propio presidente del Cádiz lo dijo abiertamente tras su salida del Sevilla FC y su llegada a las oficinas de Carranza en una tertulia con el inolvidable Theo Vargas: «Yo vengo aquí a ganar dinero. Y si gano dinero es que al Cádiz le va bien». A fe que ha cumplido su palabra de hacer una buena gestión. Está firmando la que probablemente el tiempo va a juzgar como la etapa más dorada de la historia cadista. Y los aficionados amarillos, los de verdad, usted con su bufanda, somos los beneficiarios directos de esa gran gestión. Pero no hay nada que agradecer. Para un presidente es su trabajo. Y su magnífico sueldo sale del bolsillo de usted, de su carné de abonado, de la camiseta que le regaló a su nieto por su cumpleaños. Que ganen el dinero que tengan que ganar. Sin duda hacen un gran trabajo. Para ellos sus millones. Para nosotros el sentimiento. Todos contentos.

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