Con maldad, a sabiendas
Kichi traspasa todas las líneas de la ética política al afirmar que sus antecesores suministraron agua "en mal estado a sabiendas". ¿Qué insinúa? ¿Que hubo un intento consciente y masivo de envenenar a todo el barrio de Loreto?
Anda muy ufano el alcalde de Cádiz contándole a quien quiere oírle que el Tribunal Supremo le ha dado la razón en su pugna judicial con Teófila Martínez e Ignacio Romaní por el ‘caso Loreto’, aquel embrollo de 2014 por el que el barrio entero ... estuvo dos semanas sin agua. En aquellos momentos, cuando los vecinos bajaban al estadio Carranza a ducharse y llenaban garrafas en camiones, Kichi no era más que un activista fracasado, absolutamente irrelevante en la ciudad y únicamente preocupado por ponerse camisetitas verdes del sindicato Ustea para tratar de convencernos de que todo aquel que tenga hijos en un colegio concertado o privado es un fascista. Nadie le vio por el barrio cargando cubos ni ayudando a fregar platos. Sin embargo, tras ser elegido alcalde pocos meses después, alguien le dio un informe de un montón de folios y, entonces sí, convocó una asamblea en el barrio para decirle a miles de vecinos que su antecesora y el entonces concejal habían tratado –poco menos– que de envenenarles. Eso, diga lo que diga el Tribunal Supremo sobre el contexto del debate político y la libertad de expresión, es de una bajeza moral que asusta. Que alguien pueda afirmar tal barbaridad con fines políticos es sencillamente miserable. ¿Qué pretende decir? ¿Que hubo un intento de homicidio masivo cuando ni tan siquiera hubo una baja médica? Cualquiera que tenga un contacto mínimamente cercano con los políticos –cualquier trabajador de un ayuntamiento, de Diputación, cualquier periodista– sabe que la confrontación política es casi siempre de cara a la galería. En ruedas de prensa, en los plenos, en cualquier intervención, se ponen como los trapos. Pero en cuanto se apagan las luces y los micrófonos, la relación es cordial. En no pocos casos hasta de amistad pese a pertenecer a partidos distintos. Yo he visto a dos concejalas ponerse a ‘caldo’, incluso con vehemencia, y después irse juntas a comer con una sonrisa. Y cuando la relación no es tan estrecha, al menos existe respeto. Hay responsables públicos que apenas se dirigen la palabra entre ellos, pero no sobrepasan ciertos límites. Se llama cortesía. Educación. Saber estar. Se llama de muchas formas. Pero ninguna de ellas se la inculcaron al actual alcalde de la capital gaditana. Lo que sí lleva a fuego en su ADN es el rencor, la confrontación, el complejo de inferioridad, la envidia, el revanchismo. La mediocridad, en definitiva. No es cuestión de siglas políticas, sino de personas. Alguna vez he defendido aquí que Kichi es un pésimo gestor, pero no mala persona. Después de ver su reacción tras la sentencia del Supremo empiezo a dudarlo. Puedo entender que el asunto de Loreto es muy jugoso políticamente, una ocasión que ni pintada para criticar a tus rivales. Pero eso es una cosa y otra muy distinta acusarles de lo que les acusó. De lo que aún les acusa. Casi de asesinos en serie.
Cuando el señor González Santos se vaya, va a dejar nuestra ciudad sumida en una crisis bastante mayor que la que tenía cuando llegó y a buena parte de la sociedad gaditana dividida por sus continuas llamadas a la confrontación. Habrá quien diga que lo hizo con maldad, a sabiendas. Yo prefiero pensar que, simplemente, es un político inepto. El problema es que él no es consciente de su propia ineptitud. Es un mediocre, pero no a sabiendas.