El liderazgo ficticio

Hoy día, a un político le basta con un buen director de comunicación y las redes sociales para parecer algo y en Cádiz tenemos un clarísimo ejemplo de ello: los mensajes pueriles y vacíos de contenido se imponen a la buena gestión

El equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz está empeñado en gobernar a golpe a tuits

Como el valor en la mili –el antiguo Servicio Militar Obligatorio, aclaración para los Millenials– a un político se le supone capacidad de liderazgo. Que allá donde desarrolle sus competencias sea capaz de portar la bandera del progreso, el desarrollo y el bienestar de sus ... gobernados. Ese liderazgo, ese reconocimiento, ese respeto, debe ser consecuencia de un buen trabajo que cristalice en proyectos concretos, en cuestiones tangibles para los ciudadanos. Ocurre que hoy día, en buena parte gracias a las redes sociales, a un político le basta con un buen director de comunicación para parecer competente, pues todo se basa en el mensaje, en la forma, y no en el fondo de las cosas. En Cádiz tenemos un ejemplo tan evidente que resulta vergonzante. Mientras el alcalde de la capital se dedica a sus redes sociales, a sus proclamas baratas sobre los muy diversos asuntos que componen su ideología anticapitalista y ecoandaluza, otros emplean ese tiempo en gestionar, en negociar, en atraer inversión. Y esta semana se ha evidenciado aún más si cabe. En Cádiz, lo más destacado que ha hecho el Ayuntamiento ha sido retranquear una parada de autobús en Canalejas, limpiar el monumento Entrecatedrales –obra del prestigioso arquitecto Campo Baeza– después de años de absoluto abandono y previa denuncia de arqueólogos y partidos de la oposición. También han empleado buena parte de su tiempo, en este caso el del concejal de Hacienda, en insultar a un compañero de corporación acusándole de xenófobo. Y, aprovechando la ‘collá’ para insinuar un absurdo asunto de corrupción por un proyecto ¡que ejecutó otro partido hace casi 30 años! El «difama que algo queda» llevado al extremo, que para eso son radicales. De palabra y de hecho. Mientras, al otro lado de la Bahía, a la chita callando y tras meses de negociaciones, el alcalde de El Puerto anuncia la implantación en su municipio de dos grandes empresas. Una de ellas, un gigante mundial, como es Amazon. Y otra, gaditana y todo un referente a nivel nacional y europeo, Bayport. Ambas, perfectamente, podían haberse implantado en la capital. En la Zona Franca, por ejemplo, ahora gestionada por el PSOE y donde también se ha hecho pública esta semana la llegada de otra empresa, Mare Cádiz. Gestión, gestión y gestión frente a palabrería, palabrería y más palabrería.

Estos anuncios hacen que recuperemos un poco la fe en la Bahía como gran área metropolitana. Porque a ellos se unen también los avances en el desarrollo de la plataforma Lógica y del Centro de Formación Avanzada, ambos en Puerto Real. Algún día saldremos de esta crisis sanitaria y económica provocada por el coronavirus. Ahora estamos más inmersos en ella que nunca, pero algún día pasará. Y hay que estar preparados para cuando llegue el momento, con un tejido empresarial lo más fuerte posible. Parece que la mayoría de los alcaldes y dirigentes de las diferentes administraciones lo han entendido. Excepto los de siempre, los que están poniendo en serio riesgo el futuro de la capital. Una capital que va camino de convertirse en una ciudad empobrecida, más de lo que ya es, con una población cuya máxima aspiración será que le abaraten unos euros la factura de la luz o que alguien le pague la del agua. Que exigirá todos sus derechos, pero que no hará el más mínimo esfuerzo por cumplir con sus obligaciones. Al fin y al cabo eso es lo que ve en sus dirigentes. En sus líderes forjados a golpe de mensajes pueriles y buenistas en Facebook.

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