Insultos a Monedero
La amenaza y el insulto jamás puede justificarse. Nunca. Políticamente no coincido en nada con el líder podemita, y precisamente por eso si me lo encontrara en un bar de Sanlúcar me encantaría dialogar con él
Sanlúcar. Viernes por la noche. Juan Carlos Monedero disfruta tranquilamente, en compañía de amigos, del ocio nocturno de uno de nuestros privilegiados municipios costeros gaditanos. Cuatro energúmenos le ven y comienzan a increparle, en grupo, cobardemente. «Sinvergüenza, fuera de aquí, maricón de mierda» y basura ... así sale de sus bocas. Lo primero, permitanme el chovinismo, hay que decir que no eran de aquí. Quienes cobardemente decidieron que tenían derecho de admisión en el local, no eran gaditanos. No eran sanluqueños. No puedo asegurarlo al cien por cien, no estaba allí, pero por el acento apostaría una mano a que eran veraneantes. Quiero decir que ocurrió aquí por una mera cuestión estadístico–temporal. Es verano y Monedero decidió descansar en Cádiz, pero perfectamente podía haber ocurrido en Cuenca, en Sevilla, en Madrid o en Lugo. Me parece importante destacarlo porque últimamente Cádiz ha sido noticia nacional por imágenes bochornosas en las que resulta imposible excusarnos, como la del recibimiento al equipo en Carranza, pero en este caso somos ‘daños colaterales’ de ese grupo de mentecatos que decidieron erigirse en justicieros de la noche y darle «jarabe democrático» al ideólogo podemita.
Cualquier insulto, ofensa, violencia física o verbal, venga de donde venga y se dirija a quien se dirija, es absolutamente inaceptable. Sin fisuras. Sin peros. Personalmente, a mí no me gusta nada Juan Carlos Monedero ni comulgo con nada de lo que predica. Es más, cuando le he visto participar en tertulias me provoca rechazo por su forma de expresar sus opiniones, sentando cátedra en cada frase que pronuncia, que más bien parecen sentencias. Hasta su lenguaje no verbal me resulta desagradable. Sin embargo, si un día me lo encontrara en un bar de Sanlúcar –por cierto espero que con mascarilla, no como el viernes– lejos de increparle, me encantaría poder dialogar con él, charlar, intercambiar opiniones. No para convencerle ni para que él lo hiciera conmigo, nuestra forma de entender la política es completamente antagónica. Simplemente por tratar de entender algunas de sus posturas, aun no compartiéndolas. Con los que le insultan, con los que le echan de un local público, sin embargo, no me pararía ni un segundo a hablar nada. Poco o nada se puede rascar ahí.
Así que, uno, y que quede claro. Esos individuos no son Sanlúcar. Y dos, la moderación siempre nos llevará más lejos que la radicalidad. Por muy radical de palabra que sea Juan Carlos Monedero, siempre será mejor que el extremista que se quiere tomar la justicia por su mano. La crítica, el debate, el desacuerdo... todo vale. El extremismo, el fanatismo, la intolerancia o el insulto, jamás. Por mucho rechazo que nos pueda provocar el político de turno. Que, insisto, a mí personalmente Monedero me lo provoca. Y precisamente por eso me encantaría poder dialogar con él.