Funcionario, a tus funciones
Frente a médicos, policías, militares, profesores... que se están dejando la piel en esta crisis sanitaria están aquellos que llevan dos meses en casa sin trabajar y cobrando el cien por cien de su sueldo
Hace cosa de tres meses, poco antes del confinamiento, me tocó pasar una mañana de esas que todos conocemos. Una espléndida jornada matinal de trámites burocráticos para, al final y previo pago, obtener un papel que me hacía falta. Afortunadamente no me tocó escuchar el « ... vuelva usted mañana» de Mariano José de Larra, pero créame si le digo que en el Ayuntamiento visité al menos tres ventanillas distintas, amén de una mesa donde me atendió una señora muy amable. En el registro una cosa similar. Y en la oficina de la Junta, ese moderno edificio de la Plaza de España con un enorme hall lleno de cristaleras tras las que se divisa a un montón de gente tecleando, tres cuartos de lo mismo. En fin, a buen seguro que sabe usted de lo que le hablo. Desde hace dos meses, todos estos trabajadores públicos de ayuntamientos, Diputación, Registro Civil, Junta de Andalucía... están en sus casas. Como debe ser, pues es lo que toca en estos tiempos tan extraños. No sé muy bien cómo se habrá organizado el teletrabajo en sus casos, aunque lo cierto es que ha habido poco que teletrabajar. Si no hay obras, ni bodas, ni se venden coches... en fin, si la vida económica y social ha estado prácticamente parada, pues no hay que estampar sellos en ningún papel ni amarillo, ni blanco, ni rosa.
Tampoco tiene sentido alguno que lo hagan aquellos cuyas funciones son impepinablemente presenciales. Si esos edificios están cerrados sólo cabe esperar a que reabran, algo que parece que empieza a hacerse poco a poco. Justo esta semana ha comenzado la particular desescalada de los funcionarios de Justicia. De momento sólo el 30% y con sonoras quejas al no disponer de las medidas de seguridad suficientes para evitar contagios. Obviamente están en su derecho, y hasta en su obligación de reclamarlas, pero es indignante que en todo este tiempo no se haya preparado el terreno para que todo fuera más ágil. En su caso concreto, imagino que –igual que reclaman sus derechos– habrán cumplido con su obligación de aprovechar estos dos meses de teletrabajo sin celebración de juicios para descongestionar, al menos en parte, la eternamente atascada Justicia española. Doy por hecho que ellos sí habrán teletrabajado. Aunque mucho me temo que estaré en un error. Y que lo cierto es que no pocos funcionarios de todas las administraciones llevan dos meses confinados, sin nada que hacer, y cobrando el 100% de su sueldo. En el otro lado de la balanza, profesores, médicos, militares o policías dejándose la piel; trabajadores de empresas privadas padeciendo ertes; autónomos sin ingresos. Y los burócratas reclamando derechos, mirando hacia otro lado en lo que respecta a sus obligaciones. De todo habrá a buen seguro. No me cabe duda de que no pocos estarán deseando justificar su sueldo íntegro reclamando que les dejen volver a trabajar. Usted, funcionario que lee estas humildes letras, seguro que es uno de ellos. Pero sabe como yo que algunos de sus compañeros de la mesa de al lado no son tan entregados como usted. Y que en el fondo, el problema ya lo describía el señor Fígaro en sus artículos de hace casi dos siglos. «La pereza, monsieur Sans-délai, esa es la verdadera causa oculta». No la suya, por supuesto, la de el de al lado. Siempre es el de al lado.
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