Escribir con la izquierda
La decisión del Gobierno de excluir a la enseñanza concertada de las ayudas contra el coronavirus esconde un primer paso para controlar la Educación desde abajo, desde los colegios, como hizo el franquismo o Cataluña más recientemente
El primer error es de concepto. Confunden la enseñanza concertada con la privada. Cuando saben perfectamente que la concertada está mucho más cerca de la pública que de la privada. Por eso no es un error casual. Son perfectamente conscientes de ello. De que mienten ... cuando meten en el mismo saco a los colegios concertados y a los privados. Ocurre que reconocerlo desmontaría sus argumentos sectarios, por eso es mejor jugar a confundir, como en tantos otros asuntos. Desde la homosexualidad a la xenofobia. Gritan –no saben hacer otra cosa– que la derecha odia a los homosexuales y a los negros de toda negrura y siempre hay tontos suficientes que les compran la moto. Pero por mucho que lo griten no es verdad. La enseñanza concertada es, en la práctica, una simple extensión de la pública. Mejorada. El argumento de la religión es absurdo, ya que se trata de una opción personal. Y el niño cuyos padres no quieren que dé Religión, sencillamente no la da. Al patio a jugar al baloncesto durante una hora o cualquier actividad complementaria. Sin embargo el radicalismo de izquierdas, y por lo visto ahora también el PSOE, están empeñados en controlar a toda costa la educación de nuestros niños. Con el claro propósito de politizar la enseñanza. Ocurrió hace tres décadas en los colegios catalanes y de aquellos barros vienen estos lodos. Y hasta arriba de lodo nos vamos a poner en pocos años si la deriva del Gobierno de Pedro Sánchez sigue siendo manipulada y controlada por el vicepresidente Pablo Iglesias. ¿Cuánto creen que van a tardar en incluir en el temario de Historia que Colón era un negrero? ¿O clases prácticas de masturbación a los niños de Primaria para que aprendan a conocer su cuerpo desde pequeños? De hecho, ya lo están haciendo. La mejor forma para alienar a un pueblo es controlarlo desde la infancia. Modelar niños a su antojo. Muchos de nuestros mayores lo sufrieron durante el franquismo, cuando los niños salían al recreo casi como en un desfile militar y a los zurdos no les dejaban escribir con la izquierda. Ahora estos sectarios radicales quieren hacer exactamente lo mismo –controlarlos– pero desde el otro extremo. Igual en unos años no les dejan escribir con la derecha, porque es un signo inequívoco de fascismo. O ir con pantalones, para que nadie se sienta discriminado.
La exclusión de los centros concertados de las ayudas para luchar contra el coronavirus no es más que el primer paso para asaltar los colegios y reconstruirlos a su imagen y semejanza. Aquí en Cádiz ya tenemos experiencia, con olimpiadas o carrozas de Reyes Magos solo para los alumnos de la pública. Como si los de la concertada fuesen todos herederos de Franco, de Amancio Ortega o de Emilio Botín. Y no son más que niños, hijos de padres humildes. Muchos de ellos votantes de Podemos, pero que prefieren un colegio más cercano a su casa o con mejores instalaciones. Manipular la educación es muy peligroso. Atentar contra el derecho a elegir de los padres es anticonstitucional. Pero esta batalla, me temo, no ha hecho más que empezar.
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