Entre biberón y biberón
Kichi y Teresa han perdido completamente la perspectiva. Emplean mucha más energía en sus luchas políticas de partido que en los problemas de los gaditanos y los andaluces
Kichi ha hecho esta semana un parón en su carrera para ser elegido padre del año y el jueves reapareció en San Juan de Dios para firmar un acuerdo que se ha currado Zona Franca y en el que él tan sólo ha tenido que ... estampar su firma. Y tras hacerlo apresuradamente, respiró hondo y soltó la perorata por la que de verdad había salido de su pisito de currante de La Viña. «Lo que ha hecho Podemos es una mamarrachada. Han aprovechado la baja maternal de Teresa para darle una puñalada por la espalda, y eso me parece villano, traicionero e impropio de una persona de izquierdas». Esto último debe decirlo porque la historia ha demostrado que todo militante de izquierdas es, por definición, buena persona. Jamás en la izquierda ha habido puñaladas como la que le han dado a su compañera, ni cosas peores, como genocidios, ajusticiamientos, asesinatos, totalitarismo… nunca. Eso sólo lo ha hecho la derecha desde hace siglos, como todo el mundo sabe. Los fachas.
Y es que definitivamente el alcalde de Cádiz y la parlamentaria andaluza han perdido la perspectiva. Por más que repitan lo de colocar a la gente en el centro, de presumir de ser de la calle y demás frases hechas, no pueden ocultar que su verdadera preocupación, en lo que invierten sus energías, es en sus luchas políticas internas que a nadie más que a ellos interesan. ¿De verdad piensa el alcalde de Cádiz que a cualquiera de sus vecinos, le haya votado o no, le importa lo más mínimo si a Teresa Rodríguez la han echado del grupo parlamentario de Podemos en Andalucía? Resulta cansino tener que volver a recordar a la pareja que estamos en plena pandemia, que la ciudad está más sucia que nunca, que no hay soluciones para acabar con el problema de los sin techo, que no hay aparcamiento, que el transporte público es infame, que no queremos que nos cambien el nombre de nuestro estadio, que el paro nos come, que los comercios se mueren... pero es que es así. Y no debemos cansarnos de seguir denunciándolo. Eso es lo importante. Si Teresa tiene que pasar a ser parlamentaria no adscrita, que pase. Si le quitan asesores, que se los quiten. Pero que no falten al respeto a los gaditanos con debates estériles.
Teresa Rodríguez renunció a la mitad de su apellido (Rodríguez–Rubio) porque le sonaba demasiado burgués. Renunció a su origen de familia gaditana acomodada, con un buen negocio textil, para hacerse mártir del pueblo. Y precisamente por eso es más intensa que nadie, insiste e insiste en su discurso, como si se sintiera en la obligación de justificarse ante los suyos porque su origen no es precisamente humilde. Y está en su derecho, allá cada cual con sus complejos. El problema es que arrastra en su delirio al alcalde, que debe velar únicamente y exclusivamente por los gaditanos. Pero les importa mucho más difundir su ideología que solucionar problemas. Kichi se da de baja meses y sólo asoma para lanzar proclamas contra Podemos, contra el PSOE, contra el PP. Desde la cocina, mientras prepara biberones. Un gran padre. Un gran anticapitalista. Un pésimo alcalde.