Donde empieza la tuya

El concepto de libertad de expresión es muy fácil de entender... para quien quiera entenderlo, no para quien está cargado de prejuicios

Pablo Echenique ha mostrado su apoyo a los causantes de los graves disturbios de estos días. ABC
Ignacio Moreno Bustamante

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Primero de Democracia. O de Educación Infantil, si lo prefieren. Mi libertad acaba donde empieza la tuya. A partir de ahí es fácil de entender qué es la libertad de expresión. Para quien quiera entenderlo, claro. No se trata de cómo se exprese una idea, ... si por medio de una canción o de un cuadro al óleo, sino de la idea que se expresa. Es tan básico que resulta cansino tratar de hacérselo comprender a quien ya viene con prejuicios que nada tienen que ver con esa democracia «incompleta» que promulgan. Servidor podría decir en este artículo que las canciones del tal Pablo Hásel son tan pésimas que merece morir en la cárcel a manos de otros presos. O que el chalet de Galapagar debe volar por los aires, con todos sus moradores dentro y previa colocación de 50 kilos de Goma2, porque Pablo Iglesias es, básicamente, un desequilibrado mental. O que Echenique merece que alguien le reviente con su propia silla por ser un amargado. Podría escribirlo y ¿sería eso libertad de expresión o una clara incitación al odio y apología del terrorismo y el asesinato? Pues no hay más preguntas señoría. Ocurre que el lamentable espectáculo al que asistimos estos días, y que nos avergüenza como país, tiene que ver con un montón de factores, pero ninguno de ellos es la calidad de nuestro sistema democrático. Sí, en su base, con nuestro sistema educativo. Sí con la pérdida de valores. Sí con el pésimo nivel de nuestros actuales ‘líderes’ políticos. Sí con el gamberrismo propio de determinadas edades. Sí con la mala utilización de las redes sociales. Sí, y ahí creo que reside la base de todo, con la autoproclamación de la izquierda radical como guardadora de la moral. Como jueces de la ética, con potestad para dirimir qué está bien y qué está mal, y cuál es el castigo correspondiente a cada caso. Una especie de justicia divina que para ellos está muy por encima de las leyes de nuestra completísima democracia.

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