Decencia en el fútbol
No sé de qué nos sorprendemos, lo ocurrido entre 'Geri y Rubi' es simplemente un capítulo más en un mundo, el del balompié, en el que cualquiera que lo conozca un poco sabe cómo funciona
Pues qué quiere que le diga. No me parece especialmente escandaloso. Todos sabemos las cantidades astronómicas que se manejan en el fútbol y quien lo conozca un poco por dentro, sabe que esto es simplemente un capítulo más. Me refiero, obviamente, a la Supercopa. A ... lo que ya sabe usted sobre las comisiones y los ríos de tinta que han corrido esta semana. En este caso, la única peculiaridad es que hay unos audios de Whatsapp en los que el presidente de la Federación y el CEO de la empresa Kosmos, se llaman Rubi y Geri, así, coloquialmente. ¿Y qué? Comisiones hay en toda transacción comercial, bien se venda un producto o un servicio. Y a todos los niveles, desde el que te vende un chalé al que te endiña un robot de cocina. No es delito. El tema es que en el fútbol hablamos de cifras mareantes. El fútbol mueve el 1,37% del PIB en España. Unos 16.000 millones de euros. Lo mismo que Extremadura o el doble que La Rioja. Eso es una barbaridad. Podemos hablar de moralidad, de lo que usted quiera. Pero no sólo en este. En mil casos relacionados con el fútbol. Pero no de ilegalidad, al menos que se haya demostrado. Quizá también de una rareza, y es que Gerard Piqué sea empresario y jugador en activo. Eso que yo recuerde no se ha dado nunca, pero no deja de ser eso, una rareza de un personaje ciertamente peculiar. Y por lo que parece, bastante inteligente.
El tema es que por lo visto, de unas semanas a esta parte, el término ‘comisión’ está maldito. Como lo está también ‘imputado’, que significa estar siendo investigado en una causa judicial. No acusado. Mucho menos condenado. Al menos no judicialmente, pero desde luego sí socialmente. Hoy día, como trabaje usted de comercial en un concesionario de coches o en una inmobiliaria, prepárese. En cualquier momento puede quedar usted a la altura del mismísimo Al Capone. Y todo por dos niñatos, por dos dignísimos herederos de la cultura del pelotazo de los 90 que lideró Mario Conde. El ‘duquesito’ Luis Medina y el tal Alberto Luceño. Páginas y páginas en los periódicos, horas y horas en radio y televisión, miles y miles de ‘tuits’ sobre yates de lujo, cochazos deportivos y relojes de altísima gama. Todo adquirido con las ‘comisiones’ de uno y cinco millones que, respectivamente, se llevaron «pa’ la saca» gracias a las mascarillas. No. Mire usted. No. Eso no son comisiones en una operación comercial. Eso es directamente una estafa de dos que van de listillos y a los que han pillado bien pillados. Una comisión por ejercer de intermediario en una transacción es perfectamente lícita, habitual y necesaria para incentivar a cualquier trabajador perfectamente honrado.
Ocurre, volviendo al principio, que en el mundo del fútbol las cantidades que se manejan diariamente son absolutamente desorbitadas. Y claro, un diez por ciento de ocho millones de euros es un montón de pasta. Le pongo un ejemplo de andar por casa, para que se haga una idea. Si usted circula con su coche a cien por hora en una carretera en la que hay que ir a 80 y le caza el radar, tendrá que pagar cien euros. Un dinerito, una gracia que le descuadra el mes de su economía familiar, más ahora con la inflación por las nubes. Pero si usted es periodista y se le ocurre grabar al ‘speaker’ del Cádiz cantando la alineación en inglés –grande, Juan Ardentía– la Liga de Fútbol Profesional le amenaza con una sanción de ¡¡¡4.000 euros!!! ¡¡¡40 veces más!!! Y se quedan tan tranquilos. Ni les entra la risa ni nada. Al revés, te lo dicen muy serios, con muchos aspavientos. En el fútbol, ya les digo, hablar de millones y millones es lo habitual. El presidente del Cádiz lo dijo muy claro cuando llegó al club hace ya unos cuantos años: «Yo he venido aquí a ganar dinero». Y lo repitió abiertamente en una charla reciente: «Todo el mundo quiere estar en el fútbol porque aquí se gana mucho dinero». Así que todo lo ocurrido con Rubi y Geri puede ser amoral, poco ético... lo que usted quiera. ¿Pero un escándalo? No. Como mucho un episodio más en un mundo, el del balompié, en el que algún día alguien debería entrar a poner orden. Y decencia.