El por qué de las cosas

Ya nadie llega al fondo de ningún asunto. Cualquier noticia, medida u opinión suscita una respuesta inmediata, incluso antes de terminar de exponerla; y eso, cuando lo hace un dirigente político, deja de ser una anécdota y pasa a ser un problema

La decisión de permitir esquiar en Sierra Nevada ha suscitado una absurda polémica L. V.
Ignacio Moreno Bustamante

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Ya nadie llega al fondo de las cosas. La necesidad imperiosa de inmediatez que requiere esta sociedad globalizada nos ha vuelto memos. Eso en el mejor de los casos, porque algunos ya lo eran de fábrica y directamente el cerebro no les da para más. ... Cualquier noticia, cualquier anuncio, cualquier medida adoptada por un gobierno, cualquier opinión, recibe respuesta inmediata por parte de miles de personas. De hecho, antes incluso de haber terminado de exponerla. Es el precio por disfrutar de una libertad que nunca antes tuvimos. En este país todo el mundo, absolutamente todo el mundo, es libre de decir lo que le venga en gana cuando le venga en gana. Y además tiene las herramientas para hacerlo de forma inmediata y global. Así planteado, sin duda es un hecho maravilloso. Pero tiene también sus contras. Fundamentalmente que el número de estupideces por minuto que hay que oír o leer se ha multiplicado exponencialmente. Aquello que dijo Teófila Martínez y por la que la pusieron como los trapos: «Tanto Twitter y tanta opinión». No quiso decir la ex alcaldesa que la gente no pudiera expresarse como le diera la gana. Por supuesto que sí. Pero también que quien lo hace se expone a que el receptor de su mensaje piense que se trata de una solemne tontería. A diario asistimos a todo tipo de debates en redes sociales sobre los más variados y complejos asuntos. Pandemias causadas por virus, transiciones democráticas en países desarrollados, los problemas biológicos de las personas ‘trans’, las distintas maneras de gestionar una crisis causada por una nevada histórica... Para todo tienen una opinión, en la inmensa mayoría de los casos absolutamente infundada, por lo que en no pocas ocasiones pasa a convertirse en una estupidez.

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