Comunistas y comunistas
A Martín Vila se le podrán criticar muchas cosas, pero no engaña a nadie y es coherente con sus propias ideas
Dos hombres, dos, son los que mandan en el Ayuntamiento de Cádiz. Y pare usted de contar. Los que manejan el cotarro son el alcalde y el concejal de Urbanismo, Movilidad, Servicios Municipales, Memoria Democrática y Cementerios. O lo que es lo mismo, Kichi y ... Martín Vila. Diríase que el primero manda más que el segundo, pero sería un error. Las principales competencias las tiene delegadas Vila. Es el precio que tuvo que pagar Kichi a su socio para poder hacerse con el bastón de mando. Ambos tienen en común su ideología de izquierdas, más o menos radical. Pero a partir de ahí no se parecen en nada más. Nuestro alcalde nació para la política en los movimientos anticapitalistas, posteriormente reconducidos hacia Podemos, de ahí a Por Cádiz sí se puede, actualmente Adelante Cádiz y mañana vaya usted a saber qué estrambótico nombre se inventan él y Teresa Rodríguez para intentar seguir en las instituciones y mantener vivo su sueño de reventarlas desde dentro. Martín Vila es de Izquierda Unida de toda la vida, también rebautizada como Ganemos o Ganar Cádiz en Común. ¿O esa era la fusión de ambas formaciones? Disculpe pero sinceramente llegó un momento en el que me perdí con tanto partido y tanta sigla. El caso es que les une una raíz común: el comunismo de toda la vida. Y justo ahí acaban sus similitudes.
La ideología comunista como tal es, obviamente, perfectamente respetable. Personalmente jamás la compartiré y es un hecho histórico que bajo su paraguas se han cometido tantos y tan excrables crímenes como con el fascismo de ultraderecha. Y es perfectamente demostrable que aquellos países que han vivido, o aún viven, en regímenes comunistas han visto dramáticamente frenado su progreso y desarrollo. Pero aquellos que de un modo honesto creen en la eliminación de la propiedad privada y en que los medios de producción deben estar en manos del estado son dignos de todo respeto. Y ahí, en mi humilde opinión, entra Martín Vila. Un político con el que jamás compartiré ideas, pero que es muy coherente con las suyas propias. Que ha cometido y comete muchos errores, pero que no engaña a nadie. Como responsable de Urbanismo se marcó el objetivo de peatonalizar el casco antiguo y lo ha perseguido con empeño. Como suele ocurrirle a los idealistas, la realidad les golpea con dureza. Y un municipio como Cádiz es imposible peatonalizarlo sin elaborar antes un minucioso plan alternativo de aparcamiento, tarea harto difícil por las propias características de la ciudad. Ese fue su error, empezar la casa por el tejado. Peatonalizar por narices y que salga el sol por Antequera. Igual que está ocurriendo ahora con la reducción de la terrazas de los bares. Elabora un plan con diversos colectivos afines pero no tiene en cuenta a los principales afectados, los hosteleros. Y con la Memoria Histórica también ha sido coherente consigo mismo, aunque tremendamente injusto con el legado y las familias de ilustres gaditanos –como Pemán o Carranza– a los que ha ‘condenado’ públicamente más por revanchismo que por otra cosa. A Martín Vila se le podrá criticar por ser inflexible en la ejecución de sus planes, por llevar a cabo su programa con mano dura, por no ser imaginativo a la hora de buscar soluciones alternativas. Pero desde luego no por ser incoherente o por tratar de engañar a nadie. Dijo que venía a esto y a esto ha venido. Sin embargo el alcalde es completamente diferente. Afirma tener unos principios, pero los va cambiando según le interesa. No al militarismo pero sí a construir fragatas militares. No a la religión pero sí a salir en el Nazareno. No a las terrazas masificadas en calles y plazas pero sí a las de su barrio. No a la ‘violencia’ con un bote de humo pero sí a agredir a agentes de policía con palos y piedras en nombre de la lucha obrera. No a estar más de ocho años pero sí si me lo piden los míos. Lo que le interesa cuando le interesa. Populismo se llama. Por eso nos queda Kichi para rato y Martín Vila en un año se va de la política. Como todo en la vida, hay comunistas y comunistas.