Cádiz, bufón de España

La ciudad siempre ha transmitido una imagen simpática y amable, pero últimamente todo resulta demasiado cutre y corremos el peligro de pasar de que se rían con nosotros a que lo hagan de nosotros. O lo que es peor, a dar pena

Las muñecas 'Disney' de la cabalgata del pasado miércoles posan en la Avenida. L. V.
Ignacio Moreno Bustamante

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Cádiz tiene gracia. El gaditano tiene gracia. No cabe duda. Otra cosa no, pero sentido del humor nos sobra por estos lares. No es algo de ahora, es histórico, una característica que nos define desde tiempos inmemoriales. Probablemente esté relacionado con nuestro carnaval, sin duda ... una de las mayores manifestaciones de ingenio –si no la que más– de España. Pero no sólo. Quizá también la bondad de nuestro clima haya contribuido a ello. En general, el gaditano es un tipo simpático, algo despreocupado, que sabe combatir con naturalidad, resignación y una sonrisa los avatares de la vida, que habitualmente no son pocos por estos lares. Cuando vienen mal dadas es sencillamente absurdo hundirse en la miseria. Y eso el gaditano lo sabe bien. Hay muchos –seguro que usted conoce a más de uno– que son verdaderos artistas. Genios del humor. Sagaces, rápidos de reflejos, ocurrentes y divertidísimos, que en cuestión de milésimas de segundo son capaces de sacar punta a la frase más intrascendente, al hecho más cotidiano. Es una cuestión de inteligencia, de velocidad mental, como la que demostró la gran Yolanda Vallejo durante la retransmisión en Onda Cádiz de la cabalgata de Reyes y su ya célebre «oso perjudicado». En Cádiz los hay en cada esquina y por supuesto en el mundo del Carnaval, desde el Peña al Libi pasando por el Selu o el Yuyu. Auténticos portentos del humor. Pero ojo, que también hay mucho ‘graciosillo’ insufrible. El clásico que pretende hacerse el chistoso y mete la pata, habitualmente de forma soez. Pero sin duda se imponen los ocurrentes, los que cuando menos te lo esperas sueltan un ‘golpe’ que te hace partirte de risa y te dibuja una sonrisa en la cara para todo el día. Además –también con excepción de algún que otro ‘malaje’– el gaditano es simpático, amable, cortés con el visitante y agradable en el trato. Todo ello ha conformado la imagen con la que, desde hace años, nos perciben desde fuera de nuestra provincia.

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