El 'Cabesa', analfabeto

A propósito del Día del Libro, sólo quien ha leído mucho es capaz de resumir en un sublime pasodoble de Carnaval la idiosincrasia de buena parte de Cádiz

Cuando llega San Jordi todo el mundo se afana en contar qué libro está leyendo, pero casi siempre es mentira. L. V.
Ignacio Moreno Bustamante

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Resulta entrañable como cada 23 de abril todo el mundo se afana en hacer saber al resto del orbe el libro que tiene entre manos. Todo el mundo lee. Aunque luego los más prestigiosos estudios al respecto digan lo contrario. Aunque Las Libreras hayan tenido ... que chapar para siempre hace apenas tres meses porque no vendían ni un ejemplar. El pasado viernes, ya sabe, celebramos el Día de San Jorge de Capadocia, que por aquello de ser patrón de Aragón y Cataluña, hemos dado en rebautizar como San Jordi. Y como más o menos por esta fecha hace cuatrocientos y pico años fallecieron Cervantes y Shakespeare, la Unesco decidió que era una excusa estupenda para designar el Día Internacional del Libro. A propósito de la efeméride, un amigo me trajo al recuerdo un pasodoble sublime que relata a las mil maravillas la idiosincrasia gaditana. Año 1997. Chirigota callejera ‘Los Paparazzi’, del genial Quique ‘el Largo’. Narra la historia del ‘Cabesa’, un personaje «gracioso y juncal», un enamorado del Carnaval desde chico. Su padre quería que estudiara una carrera y le prohibió que saliera en comparsas. El ‘Cabesa’ ni se lo pensó y se escapó de su casa. «Años después es muy popular. Es verdad que es analfabeto. ¿Y qué? Si en esta bendita ciudad valoramos mucho más al que sale en Carnaval que al mejor de los arquitectos». Y por eso el protagonista de esta historia ahora se permite afirmar que «respeta» a los que tienen «la manía» de leer libros, pero que él todo lo que sabe lo aprendió en los libretos. Así dejó de ser un «Don Nadie», ganó numerosos premios de Carnaval y se codeó con El Libi, El Peña y Martínez Ares. Y hasta salió en «Cádiz Televisión un par de veces». Su padre, años después, le reconoció «con los ojillos brillantes» que pese a no seguir su consejo y darle «un disgusto horroroso», ahora se siente orgulloso, «porque eres un tío importante... ¡que digo importante!, ¡ahora tú eres importantísimo!».

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