Dos años más

Se cumplen ahora tres años de la llegada de Sánchez a la Moncloa. Han sido tantas las cesiones a sus socios que empiezan a pasarle factura. Pero aún le quedan dos años más de poder y vaya usted a saber cómo nos dejará el país en mayo de 2023

Mariano Rajoy saluda a Pedro Sánchez tras ser descabalgado del poder. ABC
Ignacio Moreno Bustamante

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Han ocurrido tantas cosas en estos últimos tres años, y no todas pandémicas, que parece que se nos ha ‘pasado’ el pequeño detalle de que Pedro Sánchez cumple justo ahora un trienio en el poder. Tres años desde que decidió cambiar el colchón de la ... habitación principal de la Moncloa –imagino que por uno viscoelástico–, no fuera a pegársele algo de Mariano Rajoy. Fue el 31 de mayo de 2018 cuando el actual presidente del Gobierno de España logró convencer a podemitas de toda clase y condición, a vascos de PNV y Bildu y a catalanes de ERC y PdeCat para que votaran a favor de su propuesta de moción de censura. Nunca nadie nos desveló a cambio de qué, aunque todos nos hacíamos una idea. Hoy, 36 meses después, esas ideas se han vuelto certezas. La lista de concesiones a sus interesados socios es tan larga que al final, de tanto solaparse unos asuntos con otros, todos se diluyen. Y tragamos. Aun siendo asuntos gravísimos, los pasamos por alto. A por el siguiente. Pase rápido de página o se queda usted rezagado de la actualidad. La mayoría de esas bajadas de pantalones las ha tenido que hacer Sánchez frente a Podemos, habida cuenta de que cuando luego llegaron las elecciones tuvo que ampliar el boquete por el que se la metían doblada, ya que volvió a necesitar su apoyo. Tan bueno debe ser el colchón nuevo que le permite dormir perfectamente, y tras aquel patético abrazo con Pablo Iglesias empezaron a caer las dádivas. La primera fue en forma de cuatro ministerios. Y luego vinieron una ley de Educación absolutamente sectaria –la más fanática de largo de las muchas leyes educativas de toda la democracia–, el populista aumento del salario mínimo, la intervención de los precios del alquiler, las cesiones a la obsesión desmedida por recaudar más y más impuestos. Todo ello, unido a sus continuos guiños complacientes en otros asuntos como la derogación de la reforma laboral –que caerá también– o los intentos por controlar los medios de comunicación e incluso las redes sociales. Y no les digo nada sobre reescribir la historia a su antojo con la aplicación sesgada de la Ley de Memoria Histórica.

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