Por una Andalucía moderna
Sin duda en los últimos 41 años hemos crecido y nos hemos modernizado de forma espectacular, pero aún nos queda parte de esa imagen casposa, de paguita y subsidio, que debemos eliminar para ser mejores de lo que ya fuimos
Tal día como hoy, hace 41 años, Cádiz amaneció soleada. O no. En realidad no lo recuerdo. Justo ese día cumplía seis años y cinco meses y mi memoría no da para tanto. Pero confiemos en que sí, en que amaneció soleada, que es mejor ... para la lírica y la épica de tan señalada fecha. Lo que sí es seguro es que toda Andalucía, o casi toda, amaneció ilusionada. Era el día del referendum. Los andaluces queríamos volver a ser lo que fuimos, hombres de luz, que a los hombres, alma de hombres les dimos. Y allá que nuestros mayores se fueron a votar el proceso que dio autonomía plena a nuestra comunidad. Ganó el sí y lo celebramos todos juntos. O casi todos, que tampoco lo recuerdo, aunque algún vistazo a la hemeroteca he echado. Aquel día Andalucía gritó, sobre todo al Gobierno central, que nosotros también sabíamos administrarnos nuestras cosas, que podíamos ser autosuficientes al menos en la gestión. Y comenzó una nueva era.
Una era que, con la perspectiva de más de 40 años, no se puede negar que ha sido fructífera. Nos hemos modernizado a pasos agigantados, nos hemos convertido en un referente mundial del turismo, de la gastronomía. La imagen de un señor en blanco y negro, de tez morena completamente arrugada, boina, camisa blanca sudada y pantalón negro atado con una cuerda la hemos cambiado por decenas de fotos completamente distintas: playas blancas y maravillosas, la Alhambra iluminada de noche desde el Mirador de San Nicolás, la Torre del Oro reflejada en el Guadalquivir, la Mezquita perfectamente cuidada, tablas de Kitesurf en Tarifa, los pueblos blancos vistos desde el aire, el Circuito de Jerez, el AVE, kilómetros de autovía... tantos y tantos iconos que ahora nos representan. Pero estamos obligados a querer más. A aspirar a más. A repasar estas cuatro últimas décadas y preguntarnos qué podemos hacer mejor. Sobre todo a no repetir errores, como mantener en el poder durante décadas a un gobierno que se ha demostrado corrupto. Que robó a los andaluces más necesitados cientos de millones de euros. Que fue incapaz de acabar con nuestra mayor lacra, la del desempleo. Y que no conforme con ello instauró y promovió la cultura de la subvención, del PER, de la paguita. Ese es sin duda el mayor reto, la creación de empleo. Y a partir de ahí, todo lo demás.
Porque Andalucía ha crecido, indudablemente. Como lo ha hecho toda España. Pero en parte aún no se ha quitado esa imagen casposa, la de aquellos cuyo único interés es reivindicar el acento, centrando como siempre su tiro en lo accesorio y desviando la atención de lo importante. Hay por cierto una pareja –alcalde él, parlamentaria ella– muy histriónica, que lo dice todo a voces. Su último grito es que la bandera andaluza es suya, de la izquierda histérica, no de los «privilegiados». Y que invita a asistir hoy a su mitin virtual «en batita de guatiné y en chandal». Apología de la cutrez, que es lo que nos quedaba por ver. A esos ni caso, en serio, que no estamos para perder tiempo. Los andaluces ya volvimos tras siglos de guerra, ya tenemos paz y esperanza bajo el sol de nuestra tierra. Ya nos levantamos para pedir tierra y libertad por Andalucía libre, España y la Humanidad. Ahora toca ir un paso más allá. Hacia la modernidad real. La que haga que el resto del mundo elimine definitivamente esa imagen que algunos aún se empeñan en perpetuar.