Francisco Apaolaza - OPINIÓN
Ignacio
Quizás cuando corrió hacia los terroristas de Londres, Ignacio Echeverría también se estaba defendiendo a sí mismo y a todos nosotros
![Ignacio](https://s2.abcstatics.com/media/provincia/2017/06/15/v/chapu-francisco-apaolaza-kYvE--160x110@abc.jpg)
Quizás cuando corrió hacia los terroristas de Londres en lugar de buscar refugio, Ignacio Echeverría no estuviera defendiendo solo a los demás, solo a la mujer a la que iban a apuñalar en próximo lugar, o al chaval que encontró refugio en un bar. Quizás también se estaba defendiendo a sí mismo y a todos nosotros. Todo nuestro mundo era Ignacio con un patinete en la mano en una plaza de Londres.
Quedan cosas que defender. Quizás todo esto trate de plantarse con velas, canciones y garantías procesales –somos las constituciones y Let it Be-, pero también con las manos contra cuchillos, los cuerpos contra las bombas, los tenedores de los restaurantes contra las ráfagas de kalashnikov. ¿Qué importa? ¿Pueden matarnos a todos?
Quizás ya la única manera de vivir sea perder el miedo a morir . No sé hasta dónde llega la valentía del ser humano. Desconfío plenamente de la mía. No sé si quedan por las calles tipos con el corazón tan grande como para correr al fuego en lugar de del fuego. Gente con máquinas formidables en el pecho, personas como esa al que ahora llamamos familiarmente Ignacio porque ya no está con nosotros y en cambio ya es nuestro.
Todos hemos conocido a un Ignacio , al que nos protegió, al que se llevó la piña en la bronca, al que se puso delante, al que nos coleó el toro, al que asumió la culpa que no era suya, al que defendió al que era distinto, al que tomó la mano del apestado. Observo a los adolescentes en la acera con sus monopatines y cómo miran la vida con desdén. Sé que esa mirada indiferente es solo apariencia. Apuesto a que hay uno entre ellos que hoy plantaría cara.
Quizás mi vecino Jaime, que ha cambiado irse de pedo a Mallorca con los colegas después de selectividad por el carné de conducir, sea el que diga ‘Hasta aquí habéis llegado’ y se lance a pecho descubierto. O tal vez la veinteañera que cada tarde come chucherías sobre el césped del parque se abrace al hombre bomba.
No sé cuántos héroes quedan, o si seguimos considerando la postura del que lo da todo como heroica. Si la consideramos torpe, apaga y vámonos. Tal vez recuperar a los héroes sea el gran cambio que esperábamos, e Ignacio nos haya convertido a todos en pequeños chicos del monopatín, en lobos solitarios de la dignidad , de vender caro el pellejo y dar el paso adelante.
Quizás de tanto querer destruirnos, de tanto buscarnos ellos, nos hayamos encontrado nosotros mismos. Andábamos perdidos en todo lo que no somos como sociedad, en todas las disquisiciones, limitaciones debates y vergüenzas, y en realidad éramos eso tan sencillo de gente que es capaz de dar su vida por los suyos. Los nuestros. Ser todo lo que conseguimos. Todas las libertades, todas nuestras conquistas, todo lo mejor que hemos sido. Ser nosotros, de nuevo. Sí, somos Ignacio. Más que nunca. No podrán con nosotros.