Fernando Sicre
Humanistas y liberales
La historia humana como lucha entre ideologías finalizó hace ya tiempo
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La historia humana como lucha entre ideologías finalizó hace ya tiempo. Se iniciaba la década de los 90 del siglo pasado, dando inicio a un mundo basado en la política y economía de libre mercado que se imponía en todo el orbe. El motor de la historia, tal y como era concebido por la ideología marxista como lucha de clases, se paró en principio en 1989 y para siempre en 1991. Caía el Muro de Berlín primero y desaparecía la URSS después. Es lo que Fukuyama califica el fracaso del régimen comunista, que demuestra que la única opción viable es el liberalismo democrático. Las ideologías han sido sustituidas por la Economía. La caída de la URSS, catapultó definitivamente a occidente y sus doctrinas política-económicas. Esto no significa que la Historia se detenga para siempre y que no sucedan más cosas, lo que ocurre es que estos nuevos acontecimientos vendrán determinados y auspiciados por la ciencia, siendo sus límites desconocidos.
La socialdemocracia y sus tesis se impusieron en la década de los años 30 del siglo pasado. Dos factores ayudaron a eso, paro e inflación. Culpabilizando de ello al capitalismo que había originado la Gran Depresión del 29. La doctrina de Keynes se erigía a los altares. El peso del Estado aumentó en las economías de los países occidentales. La URSS aplicaba un modelo económico comunista, colectivista y planificado. También surgen otros regímenes totalitarios: El fascismo y el nacismo. Esa trilogía totalitaria y execrable de la historia de la humanidad, creadores de ideologías irrespetuosas con la dignidad del hombre, exterminadoras de los disidentes, ya son historia. Bueno, no del todo. El bolivarianismo y algunos regímenes comunistas contemporáneos (Cuba y Corea del Norte), pretenden rememorar lo peor de la historia de la humanidad. Y tanto estos como aquellos, en las antípodas de las políticas basadas en los principios de la economía liberal.
Mientras tanto, en el período de “entre guerras”, en plena depresión se editaba La Teoría General de J.M. Keynes. Éste afirmaría sin pudor que su modelo se adaptaba y tenía mayores garantías de éxito en Estado totalitarios, poniendo como ejemplo la Alemania nacional-socialista. Continuaba diciendo, que su doctrina encontraba serias dificultades de aplicación, en economías basadas en la competencia y en el laissez-faire. Entre tanto, M. Friedman en aquellos años, entre la 1ª y la 2ª Guerras Mundiales, manifestaba que el modelo keynesiano era apto para situaciones muy especiales, precisamente la que se originó con la Gran Depresión, después del 29. Pero advertía al unísono que lo que verdaderamente funcionaba era el mercado. En la década de los 50, el de Chicago criticó los excesos del laissez-faire del siglo XIX, abogando por una vía intermedia, en la que se reconocía explícitamente la importante función positiva que debía desempeñar el Estado, para corregir los llamados fallos del mercado. Eso sí, reservaba la iniciativa empresarial al sector privado. Pues bien, esa vía diseñada por Friedman fue llamada “neoliberalismo”. La izquierda de entonces se encargó de asociar el término con una plaga bíblica. Asociaron el concepto a la categoría de insulto.
En la década de los 70, la crisis del petróleo en lo económico y la crisis de la Guerra del Vietnam en lo político, advierten del fracaso extemporáneo de las doctrinas keynesianas. Inflación desorbitada y desempleo incontrolado, mandó al ostracismo al evangelio de la progresía de la izquierda en lo económico. Se imponía el neoliberalismo, como tercera corriente entre el liberalismo y la socialdemocracia. El neoliberalismo como concepto ha sido vilipendiado y calificado peyorativamente. Clinton, Blair y González, aceptaron todos sus planteamientos, pero nunca el nombre. Ellos se definen como integrantes de la “tercera vía”. Ésta es el humanismo liberal de hoy, que arranca en 1938 con el Manifiesto neoliberal de Peters, admirador confeso curiosamente del New Deal. Así se escribe la Historia.