OPINIÓN
La huella de Delphi
Una nueva promesa industrial recuerda un episodio negro que aún no ha cicatrizado
El anuncio de una nueva empresa que plantea instalarse en el suelo que ocupara la antigua factoría, «cuando tenga financiación» asegurada, despierta el doloroso recuerdo de uno de los episodios más tristes de la historia industrial de la Bahía de Cádiz.
El cierre definitivo ... de la factoría de Delphi en Puerto Real en julio de 2007 no fue obra de la casualidad . Al contrario. Todo estaba organizado y premeditado desde mucho tiempo antes, al menos desde 2005. Las economías de Europa Occidental ya no eran tan rentables para los intereses de la multinacional, que observaba como los países del Este despertaban del largo letargo comunista y empezaban a producir con costes muy bajos, con mano de obra mucho más barata.
Delphi tuvo que tomar decisiones de calado cuando entró en quiebra en 2005 y una de las medidas que adoptó fue su reestructuración internacional. Las factorías españolas eran un referente en la fabricación de embragues, columnas de dirección y amortiguadores para varios modelos de vehículos, sin embargo, su rentabilidad estaba cuestionada.
Poco a poco, los ejecutivos norteamericanos trazaron el plan de futuro para invertir en Polonia, Rumanía, Marruecos y China, cuyos costes de producción estaban muy por debajo de los gaditanos . La empresa amagó en 2006 con el cierre o venta de la planta gaditana, pero no fue hasta el año siguiente cuando ejecutó su decisión más traumática.
La compañía había tenido casi dos años para trasladar a las plantas polacas de Krosno y Tychy la producción gaditana y demostrar la nula rentabilidad de las instalaciones puertorrealeñas. Cinco meses más tarde le tocó el turno a la planta de Tarazona, en Zaragoza, especializada en la fabricación de paneles de automoción eléctricos. Su cadena de producción se trasladó a Tánger, donde la plantilla hacía lo mismo pero por menos de la mitad del precio de España. También con otras condiciones.
El plan siguió con la factoría de Belchite, que cerró sus puertas en 2008 y vio como la nueva factoría de Iasi, en Rumanía, absorbía su actividad. Delphi salió de la quiebra a los tres años y hoy ha vuelto a los números positivos tras cambiar la Europa Occidental por la Europa del Este y Asia . La huella que dejó en Cádiz, en forma de vidas laborales rotas y suelo baldío, sin embargo, aún no ha desaparecido.