El Apunte - OPINIÓN
Los hospitales no eran de Susana Díaz
El desafío de Pascual saca los colores a los centros públicos en la provincia que ya se ven desbordados
A la presidenta de la Junta de Andalucía siempre le ha gustado presumir de «sus colegios y sus hospitales» como si su funcionamiento fuera un logro casi personal, como si su existencia estuviera ligada a su partido y a una forma de entender la política. Esta semana, tanto «sus colegios» como «sus hospitales» han quedado en evidencia. Si el informe PISA dejaba a la educación andaluza en muy mal lugar, resulta que los servicios sanitarios muestran distintos síntomas de deterioro.
El mayor consiste en que los centros concertados, de los que la red pública no ha sabido desprenderse en casi 30 años, de los que se ha hecho dependiente para tapar sus múltiples carencias, empiezan a dejar de recibir pacientes en la provincia de Cádiz. Desde hace dos semanas, las clínicas de Villamartín, Sanlúcar y El Puerto de Santa María han dejado de ingresar a los que presentan un estado estable, dando cama únicamente a los que muestran una salud que puede verse comprometida por el traslado. A los demás, los reciben en urgencias, les dan tratamiento y los derivan a centros públicos cuando su estado requiere hospitalización.
El impacto ha sido inmediato en los hospitales públicos de la Bahía de Cádiz, que en estos días reciben un aumento considerable de usuarios a través de los servicios de Urgencias. El resultado es el obvio: crecen los atascos, los retrasos para subir a planta, empeora la atención sanitaria que puede recibir cada paciente por parte de unos profesionales desbordados por un incremento de tarea imprevisto. Algunos centros han tenido que recuperar las habitaciones con tres camas que no se veían hace muchos años.
La decisión del grupo Pascual de dejar de ingresar a los pacientes que están en situación estable saca los colores a los centros públicos de la provincia. Resulta que «sus hospitales», como le gusta llamarlos a Susana Díaz, eran los hospitales de Pascual y que sin ellos, sin ese acuerdo que se retrasa por el empecinamiento dañino de ambas partes, el sistema sanitario andaluz, el provincial por lo menos, no consigue respirar con naturalidad, no es capaz de asimilar la demanda que le llega.
Esa es la realidad de «sus hospitales» que ni dan abasto ni son suyos.