A mis hijas las educo yo
Es fantástico que la nueva directora del Instituto de la Mujer piense y promulgue lo que quiera sobre la sexualidad; pero es inadmisible que desde su cargo trate de imponer su forma de pensar al resto de los españoles
Y su madre. Obviamente. Nosotros. Desde luego no el Gobierno o el gobernante de turno, sea del signo que sea. Dicho esto, me parece fantástica la forma de pensar de la nueva directora del Instituto de la Mujer, Beatriz Jimeno. Me parece fenomenal que considere ... que la heterosexualidad es un invento del hombre para someter a las mujeres. Y que luche contra ello si lo cree necesario y justo. Que afirme que sólo se logrará la igualdad real cuando el hombre acepte con naturalidad que debe meterse algo por el ano. Cualquier cosa con forma más o menos cilíndrica. Para ella es un paso fundamental para acabar con el heteropatriarcado. Lo afirma con absoluta libertad y está en su pleno derecho. Habla de tener una agenda sexual radical, de prácticas sexuales hegemónicas y hetero normativas y de un montón de cosas más. Interesantísimas, seguro, para quien piense como ella. Tanto a los que están de acuerdo como a los que no, sólo nos queda animarla a que no ceje en su empeño, a que siga defendiendo sus ideas. Democracia, se llama.
Lo que no debemos consentir, tanto los que piensan como ella como los que no, es que trate de imponernos sus ideas por la fuerza. Porque en ese caso deja de llamarse democracia. Y este Gobierno no se molesta en ocultar que cuanto más pueda controlarnos, mejor. En estas cuestiones y en muchas otras. En la Justicia, en la economía, en la sexualidad, en la educación. No quieren dejarnos apenas margen de libertad para elegir. Propugnan la eliminación de los colegios católicos, pero quieren meternos penes, vaginas y clítoris en las aulas desde Primaria. Dejen a los niños ser niños. Ya tendrán tiempo de hacerse adultos y decidir por ellos mismos. Pero hasta entonces, sobre todo, dejen que seamos los padres los que les acompañemos de la mano. Los que decidamos qué es mejor para ellos. Y si hay padres que no quieren que a sus hijos les enseñen a masturbarse en el colegio, respétenlo. Organicen cuantos cursos quieran en asociaciones, centros vecinales o donde les plazca. Y animen a quien quiera a que asista. Pero deben respetar a quien no quiera hacerlo, que tiene tanto derecho como ellos.
De todos los terrenos peligrosos en los que está entrando el nuevo Gobierno de España, sin duda, el peor es el del intento de controlar a los menores, de tener más influencia sobre ellos que los propios padres. Si la ley y la lógica nos dicen que los progenitores debemos cuidar y mantener a nuestros hijos hasta que puedan valerse por sí mismos, es absurdo que, por ejemplo, se les permita abortar con 16 años sin permiso paterno. ¿Es lógico que tenga que darle de comer, comprarle pantalones y libros y, llegado el caso, no pueda tomar parte de una decisión tan importante? En una edad en la que, además, una persona no tiene ni puñetera idea de lo que es la vida. Es fantástico que las Beatrices Jimenos del mundo nos animen a ejercitar la pelvis y el recto. Lo menos que podemos hacer nosotros es devolverle el favor y recomendarle a ella que ejercite también el cerebro. Un poquito aunque sea.