Julio Malo de Molina
Ay de mi Habana
El pasado 17 de abril todos cumplimos dos años sin García Márquez
Hoy es el día del libro, y por eso recuerdo mis aventuras en Cuba, las narraciones más puras suelen desprender el aroma de una isla, como Ítaca, o la del tesoro de Stevenson. Visité Cuba por primera vez en 1976, junto a otros jóvenes profesores de la Escuela de Arquitectura de Madrid. Participamos en un encuentro liderado por Roberto Segre, arquitecto milanés que se instala en La Habana cuando triunfa la Revolución, como muchos intelectuales y profesionales que apostaron por la experiencia cubana para construir un nuevo modelo socialista.
Trabajamos con intensidad y sentimos como llamaba la marejada seductora del Caribe, cada noche acudíamos a la orgía incesante del Malecón. También visitamos un Tropicana que ya no se parecía a aquél de las juergas de gringos, las cuales ya comenzaban en el avión que les traía desde Miami, hasta que en palabras de Carlos Puebla, «se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó parar», pero las mulatas eran tan bellas y sensuales como siempre, conservando el encanto de ese mítico cabaret que competía en fama con el Pay Pay de Cádiz. Un amigo gallego, que nació y pasó su infancia en una aldea cercana a Noia, contaba historias de marineros que comentaban el perfume de su aventura marinera y siempre citaban lugares tan dispares pero unidos en su condición de albergue de placeres para aliviar los infortunios de las tormentas
¿Cómo no recordar un día cual hoy a Ciro Taboada? Fue quien me presentó a Gabriel García Márquez en la enorme y bella casa de Alquimia Peña. Ciro y Alquimia formaban parte del grupo de profesionales e intelectuales de la alta burguesía cubana que se comprometieron con la Revolución desde sus inicios y continuaron viviendo y trabajando en Cuba sin dejarse tentar por Miami, como también Dulce María Loynaz, presidenta de la Academia de la Lengua que fue galardonada en España con el Premio Cervantes en 1992.
Alquimia Peña, una gran dama, fue directora de la Academia Latinoamericana de Cine, con sede en la isla y presidida por Gabo. A quien más traté durante los años 2007-2009, cuando impartía docencia en la Universidad de La Habana, fue a Ciro Taboada, un ingeniero que llegó a ocupar altos cargos institucionales, hombre de gran cultura y exquisita sensibilidad contaba que internet había mejorado mucho las prácticas políticas en Cuba. Así, durante el «periodo especial», una crisis que tuvo lugar entre los años 80 y 90, se situaron en puestos de poder personajillos con mentalidad muy reaccionaria, «panda de guajiros» según Ciro. Mediada la década de los 90 son sustituidos por personas de talante liberal. Poco después se supo que volvían a reaparecer políticos carcas en cargos de relevancia. Entonces se produce un movimiento de denuncia a través de las redes contra estos tipos indeseables y se consigue detener una posible involución. Ciro Taboada falleció hace poco ya nonagenario. No tenía familia, era homosexual, actitud que llegó a resultar relativamente perseguida por los malvados guajiros.
El pasado 17 de abril todos cumplimos dos años sin García Márquez. Cuando un escritor como él se va nuestro mundo se hace más chiquito. Para mi generación fue el referente de la mejor literatura en castellano. Leí con sorpresa y placer ‘Cien Años de Soledad’ recién publicado, y eso marca la trayectoria de un jovenzuelo que deseaba ser escritor.
Por eso recuerdo en este día de libros y flores al gran fabulador y a la isla que él tanto amó.
Ver comentarios