La Voz de Cádiz

Grietas en la joya de la corona

El mal estado de los colegios de la provincia contrasta con el mensaje optimista de la Junta

LA VOZ

Un cuento infantil que no pasa de moda, y que con la nueva política está saliendo a relucir más que nunca, es el del traje nuevo del emperador. El mandamás de la nación paseaba sus inexistentes galas ante el asombro de su pueblo, que habiendo escuchado los parabienes de los ropajes que supuestamente debía vestir no se atrevía a alzar la voz. El cuento no dice si por clientelismo, por miedo, o por pudor de ser tachado de ignorante. Hasta que un niño gritó que iba desnudo y todos los argumentos sobre sus magníficas vestimentas quedaron en entredicho.

En Andalucía no hay emperadores, pero sí un partido que ha guiado los destinos de la región desde hace tres décadas. Tiempo más que suficiente como para considerársele responsable de lo que en ella acontece. Y ese partido se enorgullece, como gran logro, de haber conseguido una sanidad y una educación de primera. Como en el traje del inicio de este apunte, se glosan sus parabienes y sus excelencias hasta que alguien, ya sea un sindicato o un activista, no tiene más remedio que gritar que sanidad y educación están desnudas.

El caso del colegio Celestino Mutis de Cádiz ha sido bastante significativo. A la denuncia realizada por un sindicato sobre el mal estado del centro, la Junta ha respondido atacando, afirmando que no se defiende la educación criticándola. La denuncia no era sobre un asunto baladí, sino sobre algo tan grave como la aparición de grietas que podía afectar a la estructura. Si la educación es una de las joyas de Andalucía, habría que evitar que se agrietara.

No deja de ser significativo que el partido que ocupa el sillón de San Telmo, que repite hasta la saciedad la importancia de defender lo público, considere un ataque cualquier intento por preservar su dignidad y su calidad. Si con las cosas de comer no se juega, tampoco se puede jugar con las cosas de educar. Ya sea por la presencia de amianto en los colegios, por el mantenimiento de los centros, o por culebrones mantenidos en el tiempo como el de la Escuela de Hostelería, la Junta demuestra que su percepción sobre la educación es mucho más optimista que la contumaz realidad. Una realidad que espeja que los ropajes del sistema educativo andaluz son más lujosos en la mente del emperador que a los ojos de sus ciudadanos.

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