La gran falacia

Es triste que en tan solo cuarenta años se nos haya roto esto y que los partidos tengan que mendigar, casi suplicar, que la gente vaya a votar

Yolanda Vallejo

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Existía hace poco el convencimiento de que el ser humano adulto y sano –en su sano juicio, se entiende– actuaba de acuerdo a una serie de motivos y razonamientos que podían enmarcarse dentro de una pretendida racionalidad. Y que aquellos casos en los que alguien ... se comportaba de manera irracional se podían interpretar como una muestra de debilidad, de enfermedad, o como un episodio en el que la persona no era capaz de identificar las razones de sus actos. Hasta Freud daba por supuesto que el ser humano es un ser racional, algo que usted y yo, sin ser psicoanalistas, sabemos que no es del todo verdad. Porque la conducta irracional está tan situada en el centro de nuestras vidas que lo lógico se ha convertido en la excepción y no al revés. Actuamos por impulsos nada racionales y por –si me permite apelar a los sentimientos– emociones, la mayor parte de las veces, colectivas y peligrosamente contagiosas. Así se comprenden muchas cosas.

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