La Voz - EL APUNTE
El gran ejemplo de la Junta de Andalucía
Si las campañas electorales son festivales de la palabra y la promesa, casos como el de la Escuela de Hostelería son hechos, tozudos e indiscutibles
Las campañas electorales son festivales de la palabra, exhibiciones del proyecto y la esperanza. Entre unas y otras llegan los momentos de gestionar, decidir y actuar, de elegir entre lo posible y lo necesario, entre lo justo y lo urgente. Los socialistas andaluces se empeñan estos días en decir que son los mejores, una garantía. Incluso en oposición a sus compañeros de Madrid. Aquí sabemos hacer las cosas. Aquí sabemos ganar elecciones. Pero las elecciones son el palmarés de ese certamen oral y promisorio, no cambian nada si nada cambia después. Los gaditanos están viviendo en las carnes de una quincena de infortunados la capacidad de gestión de la Junta. Tres años, tres, lleva la Administración autonómica retrasándose en las nóminas, impidiendo clases, aplazando matriculaciones, recortando personal y cursos en un centro que tenía una inserción laboral del 90% en la provincia del paro. Por hablar en plata, nueve de cada diez alumnos que salían tenían un empleo antes de que hubieran transcurrido unos meses. Ese centro era la Escuela de Hostelería de Cádiz. Sin mediar ningún tipo de fracaso educativo, empezaron a retrasarse los sueldos, a faltar los pagos, los suministros, el material. Un mes tras otro, con mínimos alivios, con recaídas constantes. Ayer, los pocos trabajadores que resisten, con casi ocho meses de nómina pendientes, se declararon ya «desesperados». Dicen usar esa palabra porque no saben «si hay adjetivos más contundentes». Es el resultado de la interminable lista de incumplimientos que viene padeciendo el personal desde hace tres años. Del alumnado, no se sabe nada. Ha sido espantado.
La enésima promesa, antes del enésimo encierro de protesta, también ha fallado. Es el tercer año que este grupo de trabajadores llega a las puertas de las fiestas navideñas en una situación insoportable. «Ya no pueden pedirnos comprensión ni paciencia».
Los demás, sus vecinos y conciudadanos, su exalumnos, podemos sacar una sola conclusión de este caso, una sola verdad entre tanto compromiso falso: así gestiona la Junta de Andalucía los recursos públicos en Cádiz. Esto no es campaña, no es cuestión de palabras. Es un hecho. Un ejemplo.