OPINIÓN
Del gran descontrol a la escasez
Las ayudas del programa Reindus se quedan casi en la mitad tras una larga historia de pufos y fracasos
Las reglas del juego del Plan de Reindustrialización de la Bahía, conocido como Plan Reindus, no han cambiado. Son los jugadores, los actores los que van rotando en su papel y los que actualmente tienen la responsabilidad de solicitar esos fondos esenciales parecen haber fallado ... en su cometido. El PP puso orden al desorden y control al descontrol, personificado por casos como el de Oubiña, el empresario gallego que se aprovechó de la nula fiscalización sobre el uso de ese dinero y, presuntamente, se metió unos cuantos millones en el zurrón sin montar empresa alguna ni crear ningún puesto de trabajo. Pero tras una etapa de recuperación que llevó a la provincia a conquistar casi 80 millones anuales en ese programa, a partir de los 65 del año 2012, ha llegado el frenazo. De repente, apenas son 50 sin que medie más explicación que la impericia de los nuevos gestores socialistas. No han cambiado los criterios de evaluación de los proyectos y se realiza el mismo examen pormenorizado de la situación financiera de las empresas que en los últimos ejercicios (tras el escarmiento por los pufos). Tiene que estar garantizado que el crédito se va a devolver. No obstante, Industria no lo ha podido hacer peor con las ayudas concedidas y ha vuelto a los peores tiempo del PSOE, cuando el dinero o caía en las manos equivocadas o nunca llegaba.
Sólo faltaba que el dinero no llegaran. Hasta ahora, los andaluces y los gaditanos éramos expertos en desperdiciarlas. Pero dejarlas pasar resulta indignante en una zona con unos niveles de desempleo propios del tercer mundo. Los acontecimientos y su frecuencia permiten que los habitantes de esta parte del mundo puedan considerarse expertos. Todo lo relacionado con ayudas a la creación de empresas, de la industria, y al fomento del empleo ha proliferado con insólita familiaridad en lo que va de siglo en esta parte de Europa. Cada programa de ayudas tiene una siglas y unos requisitos, un nombre, un plazo y una teórica finalidad pero todos, sin excepción, acaban en el mismo punto: Andalucía y la provincia de Cádiz conservan los mismos porcentajes, terroríficos, de paro y el mismo número de empresas que antes de la llegada de ese presunto maná. Este año, para colmo, los 80 millones de euros previstos ni llegarán, se quedan en 53. No habrá ocasión ni de usarlos mal. A ese fracaso rotundo y nuevo se añade al otro motivo de preocupación antiguo: la falta de control.