EL APUNTE
El gafe de la nueva terminal de mercancías
La inundación del túnel obliga a pensar si el subterráneo era la solución más viable como principal acceso
La construcción y financiación de la nueva terminal de contenedores del Puerto de Cádiz ha sido una carrera de obstáculos. La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC) lleva diez años sorteando adversidades para sacar adelante esta infraestructura. Se trata de un proyecto clave para el desarrollo del puerto gaditano, pero a estas alturas cabe pensar que se trata de una inversión gafada.El último contratiempo ha surgido a cuenta del túnel que se diseñó para facilitar el acceso de los camiones desde la glorieta del parque de Bomberos hasta la terminal. No hay que olvidar que la nueva plataforma logística se encuentra en el extremo del puerto y el astillero de la capital es la única vía de paso posible para llegar a ella. La obra del subterráneo comenzó hace dos años en el suelo de Navantia, sin embargo, los problemas aparecieron cuando la obra se encontraba al 70% de su ejecución. La aparición de una enorme chapa en el trazado obligó a paralizar la obra y a buscar fórmulas para quitar esa estructura del camino. No hubo tregua. Mientras los técnicos de la empresa adjudicataria, Vías y Construcciones SA, buscaban una solución al problema surgió un nuevo revés, el agua empezó a brotar por las paredes del túnel. Las filtraciones han acabado con el subterráneo. Se demostró finalmente que la ejecución del proyecto no era la correcta.
La APBC rescindió el contrato de la empresa adjudicataria y ahora se encuentra con un túnel empantanado en mitad del suelo del astillero de Cádiz y con una inversión en el aire. Este problema ha llevado a los gestores portuarios a buscar una alternativa que garantice la apertura de la nueva terminal de contenedores en 2020. Para ello se ha buscado nuevamente el apoyo de Navantia para que ceda terreno y permita la utilización de una carretera interior en el astillero con el fin de favorecer la circulación de los camiones. Cabe preguntarse ahora si este plan B no hubiera sido más viable que el túnel. Es decir, apostar por un acceso rodado en superficie en lugar de una vía de comunicación subterránea. La inversión del túnel asciende a 24 millones de euros y su arreglo implica ahora la redacción de un nuevo concurso público de obras y, por tanto, un sobrecoste. No sería descabellado que el acuerdo al que han llegado la APBCy Navantia tuviera una duración mayor de la prevista.