Francisco Apaolaza
Palabras
Da la sensación de que el diccionario -que es la realidad en papel-, se le hace corto al Gobierno
Pedro Sánchez aprendió de los griegos que la democracia no está hecha de leyes; está hecha de palabras. Al principio de la legislatura la palabra estaba junto a Pedro, y la palabra lo hizo todo. Echó a mover las manos como las alas de una ... grulla y desde entonces viene metiéndosela de cañete a Cervantes con el trifachito, la desjudicialización, el juntos salimos de esta, la nueva normalidad -cumbre del Tesauro sanchista- los errores que hemos cometido todos, el dictado de la ciencia y la alta gama de eficiencia, pues el sanchismo no considera el ‘arriba’, pero todo está arribita. Hoy en lo de la alta gama de la eficiencia, un estudio de la Universidad de Cambridge dice que España está a la cola de los países de la OCDE en la gestión de la pandemia, así que es cierto que, como dice Sánchez, todos los países se equivocaron, aunque el resto se equivocó menos.
Así va el gobierno amasando algunas palabras y adoptando otras, dejando que se aposenten en su silencio. Dijo Iglesias que sin Otegi no habría paz en Euskadi, y hoy en ‘Hombres de paz’, Otegi ha señalado a los guardias civiles acuartelados como la bolsa de votos de Voks con ‘k’ en las pasadas elecciones vascas y ha reclamado la necesidad de desalojarlos. En Euskadi ya desalojaron a 200.000 votantes; los convencieron de que iban a estar mejor en El Puerto de Santa María y en el Rincón de la Victoria mediante una serie de argumentos que incluían secuestros, extorsión, amenazas, balas, goma dos y que en Andalucía había más días de sol. Pero al parecer, para Otegi los desalojados no fueron suficientes y hace estas propuestas cuando cabalga eufórico tras sus excelentes resultados en los pasados comicios donde Bildu cosechó una amplia victoria que podría ser aún mayor si desalojaran a todos los votantes de otros partidos.
Pero Otegi no se equivoca. Se equivocó la paloma y María Jesús Montero. Dicen que en sus discursos, la portavoz del Gobierno habla andaluz, pero yo creo que lo que habla es regular, que son cosas distintas. Los andaluces han utilizado el castellano de manera excelsa, a qué dar nombres. Una cosa es el acento y otra distinta el verbo montero que agría la tortilla de perejil del bueno de Pérez Reverte y hace brotar de los ojos de bronce de la estatua de Fernando Quiñones en Cádiz lágrimas de tinta china.
Confundir el acento andaluz con la incorrección en el habla es uno de los estereotipos españoles de más inercia, aunque este sea otro tema. Yo quería contar que ayer dijo Montero en el Congreso de los Diputados que no era cuestión de “complejizar el debate” y que se sintió en las ‘zentrañas’ de la oratoria parlamentaria española un repeluco que digo yo que hasta habrán soltado polvillo los agujeros de los tiros del 23F. Con lo bello que hubiera sido complicar, enredar, embrollar, enmerdar, o acaso llamar a no incluir los complejos en el debate, si es lo que quería decir, que vaya usted a saber. Da la sensación de que el diccionario -que es la realidad en papel-, se le hace corto al Gobierno, como si ‘complicar’ le resultara de poco espíritu, pues a los Sánchez Globe Trotters todo les parece poco en ambiciones, de ahí que el Gobierno ‘removiera’ a Pérez de los Cobos de su puesto como si fuera un Dry Martini, que esdrujulice, complejice la debatización y debatice la complejización, normalice la normalidad, monterice el mundo y, en general, cambie el diccionario en lugar de cambiar España.
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