De humo y de tractores
Los incendios de Navarra que han quemado en estos días cuatro veces la superficie de Pamplona
La jota decía así: «Si Navarra se quemara, yo me tiraría al fuego. Con mi sangre lo apagara, que Navarra es lo primero». La cantaba aquella jotera en la comida del seis de julio –padre de todos los mediodías– y decía Alvarito que llevaba unos ... sujetadores muy antiguos como de tetas de punta así p’alante casi de Madonna la cantante. Llego a la jota por entre el humo, las llamas y las pavesas de los incendios de Navarra que han quemado en estos días cuatro veces la superficie de Pamplona. Para el que no sepa lo que mide Pamplona, va desde Nueva York hasta esta buhardilla de Madrid en la que escribo sobrecogido por las imágenes. Las ha grabado un bombero forestal que circula por una pista a los pies de la sierra de brasas coronada y entre el humo se cruza con una veintena de agricultores voluntarios que arañan el suelo para crear un cortafuegos que le pare los pies al monstruo, pañuelos en las bocas, faros encendidos, tubos de escape entre la humareda a la caída del sol del último atardecer del mundo. Son tractores de Gallipienzo, de Cáseda y de Sangüesa y desde aquí puedo escucharles los motores, el resuello y el corazón.
Mariano Pascal envía un enlace de una noticia que cuenta cómo consiguieron hacer su cortafuegos y frenar a la bestia. Son jóvenes y recios. Uno de ellos comenta que los fuegos se apagan en invierno y critica la gestión de los montes que se hace desde las ciudades. Lo que iguala las gestiones de territorios de todos los colores políticos, lo que en el fondo iguala a España, digo, es que en general, el campo está gestionado por pisaverdes y ratas de biblioteca cuando no de pasillo de Gobierno que deciden sobre el campo de lejos y que consideran al agricultor y al ganadero como perfectos gilipollas. Con los años van acumulando regulaciones, normas, apartados de saneamientos, de distancias, de obligaciones y de mil quinientas chorradas que hacen imposible cultivar una margarita con un mínimo de beneficio. Se pretende que cultiven cereales con tantos estándares de calidad y tantas biomovidas que se nos muere el campo y terminamos comiéndonos el maíz transgénico que se cultiva en Brasil en zonas desforestadas. Esto, cuando al pastor no le vienen a dar lecciones sobre el lobo gentes de zonas donde no hay lobos.
Los veo con sus camisetas gastadas y las manos leñosas como encinas y calculo las veces que les dijeron que lo que tenían que hacer era irse del pueblo, ya sabes, buscarse un futuro y una novia de Madrid que estudiara medicina o hacerse un hueco en una ‘big four’ porque triunfar era hacerse auditor, ganar una pasta al año y morir con cincuenta años de sobredosis de cocaína en la habitación de un hotel de Zurich con una amante y no andar por las sendas de Navarra con la perrita y la bota de vino al hombro, hacerle una visita a la madre y tener hijos que al saludarse con los amigos uno preguntara «¿Qué o qué?», y el otro respondiera «¡Bien o qué!», que es como se saludan allí. Y agarrar el tractor y salir a salvar tu tierra porque tienes una tierra por la que vale la pena luchar, tragar humo, jugarte los cuartos y hacer ciertas las letras de las canciones de tus padres. A eso se parece la gloria a 22 de junio de 2022 y lo demás es filfa.