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El encierro supone la entrada violenta de la naturaleza en la ciudad

Francisco Apaolaza

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Suben los agricultores la Cuesta de Santo Domingo de Pamplona con la ruina, la protesta y un cencerro. El encierro supone la entrada violenta de la naturaleza en la ciudad, que es lo que está pasando ahora mismo mientras Irene Montero celebra el ‘japiberdei’ ... en el ministerio, como dice Jesús Nieto. El campo y el mar siempre reclaman lo suyo. Hay algo bello en la protesta de los agricultores, un encanto casi de foto de las olas batiendo contra la costa. De pronto ha sucedido esta cosa de que la carretera de Extremadura amanece como el Palacio de Invierno. La gente del campo es el Tercer Estado. Gritan que «el coleta come lubina y ellos viven en la ruina», que es la nueva Marsellesa: «Con la sangre de nuestros enemigos regaremos nuestros campos». Pavía no entró a caballo en el Congreso, pero estos entrarán en tractor. Vienen de las plantaciones de tabaco de Navalmoral de la Mata –sexualmente fecundas– en las que yo me sentí en Kentucky.

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