El busca

Jugarse la propia vida no tiene ningún mérito; la verdadera heroicidad supone jugarse la vida de otro

Francisco Apaolaza

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La gente piensa que toma decisiones en la vida, y de pronto están esos tipos de un hospital de Madrid que dicen quién vive y quién no y deciden si un enfermo que opta a ser intubado en una cama de la UCI ... se queda donde esté dando bocanadas al vacío. No hay para todos. Cada vez que alguien empeora, estos doctores acuden a la habitación a reconocer al paciente, echan las cuentas del milagro y deciden lo más difícil de decidir. Sin órdenes, ni protocolos, sin discursos , sin debates en la prensa, sin toda la chatarra social que rodea a estas cuestiones y sobre todo sin políticos -afortunadamente- que dibujen una línea que no se puede dibujar. Hace unos días, el Comité de Bioética consultado por el Gobierno se reunió para advertirles de que, ante la escasez de recursos, la edad no podía ser criterio a la hora de decidir quién recibía tratamiento y quién no. Les advertían, digo. Unos cachondos.

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