Nandi Migueles - OPINIÓN

Flamencos de la Tata

Lo principal es descubrir a esos grupos formados por jóvenes gaditanos que quieren hacer arte de otra manera y que salen cada día a la calle

fERNANDO MIGUELES

A veces nos encontramos que la vida nos sorprende por distintos motivos o sucesos, algunos con sorpresas negativas y otras nos asombra positivamente. La mayoría suelen ser desconciertos dañinos para nuestro interés personal. La aparición de una enfermedad es una de ellas. No hay mayor crueldad que la de que te sorprendan de un día para otro con la mala noticia de la presencia de una dolencia que hacía unos minutos ni sabías de su existencia. O si no cuando te das cuenta de que la vida te asombra tan negativamente al descubrir que la amistad y el amor no es lo primero, como pensabas, averiguando que es don dinero quien ordena.

Sin embargo, la vida te puede sorprender de otras muchas maneras, y de vez en cuando le da un abrazo a tu alma que la aprieta y emociona con sus carantoñas. La noticia de saber que esa enfermedad tan dañina no lo era tanto, porque tiene soluciones y medidas para paliarla, es una sorpresa tan grata como para alegrarte las mañanas. O cuando la vida te sorprende positivamente con la aparición de un gran amor, ese que irrumpe como un huracán en tu corazón enamorado y hace trizas todos tus planes previstos y como no, con esa agradable sorpresa de saber que aún quedan personas con valores humanos que demuestran su amistad sin tantos aspavientos y lisonjas, volcándose en ayudarte en esos días tan tristes de hospital.

Todo este prólogo no es más que una excusa para contaros una bonita historia acaecida en estos días, la cual me ha supuesto una sorpresa muy agradable y ha servido para sumar en el haber de este humilde carnavalero. Una experiencia magnífica que ha resultado la de componer un villancico gaditano para el grupo de zambomba Flamencos de la Tata. Se trata de un grupo joven bajo la dirección musical de nuestro amigo y regidor de escena en el teatro Falla Federico Fuertes, al cual agradezco la confianza depositada en mí para ello y animado por el empeño y testarudez de mi hija Inés, que me insistía una vez y otra en ello. El villancico es lo de menos. Es alegre y suena a Cádiz, que es lo que me dicen todo el que lo escucha. Lo principal es descubrir a esos grupos formados por jóvenes gaditanos que quieren hacer arte de otra manera y que salen cada día a la calle en estos meses a buscarse la vida a través de su maestría. Guitarras, contrabajo, flauta, percusión, teclado, solistas, coros y hasta bailaoras hacen de este grupo en particular, una fuente inagotable de artistas gaditanos y con talento. Al César lo que es del César me enseñaron desde niño mis padres y estos grupos merecen el mismo trato y atención que cualquier comparsa coro o chirigota que se precie de nuestro Cádiz. Hay muchos comparsistas chirigoteros y coristas de renombre que no llegan ni al talón a muchos de estos artistas. Grandes artistas de la comparsilandia que se verían eclipsados por estos músicos y cantantes que ejecutan, cantan e interpretan como el mejor punteao u octavillita o contralto de una comparsa de guapos.

En estos días verán por nuestras calles a numerosos grupos de esta índole formados por chicos y chicas, párense y muéstrenles su mayor respeto y atención y comprobarán cómo se llevan una sorpresa enorme con ellos y muy positiva.

Por cierto, mi villancico ha sido otra sorpresa positiva para mí, no se lo pierdan.

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