HOJA ROJA

¿Por qué es una fiesta?

A mi abuela le encantaba ir a vota

Yolanda Vallejo

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A mi abuela le encantaba ir a votar. La noche anterior a cada una de las elecciones en las que pudo ejercer su derecho hacía siempre lo mismo, preparaba su carné de identidad, la ropa que iba a ponerse, y dormía poco. Mi abuela votaba ... muy temprano y con mucha ceremonia; se metía en la cabina, y como quien no había meditado el voto, ni sabía qué papeleta escoger, tardaba un rato considerable en salir. Luego volvía a casa, tan contenta, y esperaba ansiosa los resultados, haciendo sus cábalas y sus componendas, como la que había participado en un sorteo de lotería. La última vez que votó fue en 1989, dos años antes de morir, y con la cabeza completamente ida. Fui yo la que, entonces, le seleccionó la papeleta y la introdujo en el sobre –de ser delito ya habrá prescrito, por eso lo cuento–, aunque su demencia le dio suficiente tregua como para interrogarme con los ojos muy abiertos «¿habrás cogido la de los míos?» –sí, cogí la de los suyos, la de los buenos que decía ella, así que de ser delito, por cumplir con su voluntad no lo fue tanto– y también le dio la demencia la suficiente lucidez como para preguntar, día tras día, mes tras mes, quién había ganado las elecciones.

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