Un festivo sin más
El descrédito de los sindicatos, como el de partidos o medios, deja el Primero de Mayo sin fondo
Era una cita entre festiva y reivindicativa, señalada e histórica, que llegó a paralizar países o a provocar desfiles que tenían repercusión en todo el planeta. Pero el mundo del siglo XXI, a punto de iniciar su tercera década, ha cambiado mucho, muy rápido. Esa ... fecha simbólica y cargada de sentimientos se ha diluido como un día libre más, sin apenas participación ciudadana ni carga política. La mayoría de los ciudadanos piensa que ha caído en la indiferencia, que la participación, la atención y la repercusión del Primero de Mayo bajan cada año respecto al anterior. Como a tantas personas, al movimiento sindical le ha llegado una crisis galopante una vez superada la mediana edad. Tiene mucha menos fuerza que hace 50 años, ha perdido crédito y ejemplaridad, aparece dividido y cada día con menos afiliados. De hecho, este año también, por cuarta edición consecutiva, en la capital gaditana hubo dos convocatorias distintas. Una, la realizada por los dos sindicatos mayoritarios, Comisiones Obreras y UGT, que transcurre por la avenida principal de la ciudad. La segunda, convocada por los minoritarios, como Autonomía Obrera, CTA, CGT, SAT o Ustea, con inicio otra vez en desde San Severiano.
Ahora que los números dicen que la situación del mercado laboral español es algo mejor se antoja más necesaria que nunca la existencia de unos sindicatos de trabajadores fuertes, unidos, que luchen de verdad por más y mejor empleo. Especialmente en una tierra como Cádiz. Pero la realidad es bien distinta. En el caso de los mayoritarios, sobre todo la Unión General de Trabajadores, la desconfianza hacia ellos es máxima. No en vano, en los últimos años se han visto salpicados por graves casos de corrupción. Y lo que resulta aún más sorprendente, han aplicado a sus propios trabajadores las reformas laborales aprobadas por el Gobierno pese a haberlas criticado con dureza y haber convocado hasta dos huelgas generales para exigir su eliminación.
Pero vivimos años de convulsión política y no sólo en Cataluña, no sólo territorial. Es una fractura protagonizada fundamentalmente por los populismos y los extremismos, que se han apropiado del discurso que tradicionalmente defendían los sindicatos. Se han quedado sin público y sin espacio. Así pues, no es de extrañar que el día de ayer quedase en un festivo más para ir a la playa o a cualquier otra actividad de ocio.
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