Todos los recursos son pocos
Cuando se asocia al Estado el concepto de papá, nada bueno augura
La respuesta que procede ante una situación excepcional, no es necesariamente un cambio de modelo económico. La asunción de un mayor protagonismo por el Estado, durante la situación de emergencia es procedente, porque el único agente económico con el tamaño y la capacidad para proteger ... a toda la población, incluido los trabajadores y empresarios es el Estado. Ocurre si tienes la desgracia de ser nacional de un país gobernado por el nacional-socialismo-comunismo que, parecen interesados en prolongar su papel protagonista en la economía. El diseño de planes millonarios de inversión para favorecer la recuperación económica, como el Next Generation de la Unión Europea, otorga un instrumento al poder político, para diseñar a su antojo el desarrollo económico futuro. Situación resumida en esa frase ansiada por la izquierda de “más Estado y menos mercado”. Una nueva versión del capitalismo de Estado, es el que pretende implantar el doctor fraude con las exigencias del de la coleta hecho moño.
Cuando se asocia al Estado el concepto de papá, nada bueno augura. Por eso decía Adam Smith en 1776 que lo mejor es dejar que los individuos se las arreglen sólo, sin que la enorme mano del Estado oriente sus actos. Esta filosofía política constituye la base intelectual de la economía de mercado y de la sociedad libre en general. Los individuos se mueven por el interés personal y la mano invisible en que consiste el mercado, lleva a este interés personal a promover el bienestar económico general. La crisis sanitaria sin precedentes en los últimos cien años, exige adoptar medidas excepcionales. Entre estas, movilizar todos los recursos disponibles públicos y privados. Y esta movilización exige una cabeza rectora, habituada a intervenir en catástrofes y demás situaciones extraordinarias. Todos los recursos sanitarios públicos y privados tienen que aprovecharse, pero deben gestionarse con la intervención de un solo ente gestor. Ese es el Ejército español. No sólo es una institución querida y admirada por la población, sino que ha dado muestras suficientes de organizar de manera eficaz y eficiente aquellos cometidos en los que ha intervenido.
Cuando hablo de recursos me refiero a todos aquellos que directa e indirectamente pueden intervenir en la solución del problema. No sólo son recursos estrictamente sanitarios, son los farmacéuticos y su red de farmacias, son los veterinarios, son los empresarios que producen de toda clase de productos y enseres necesarios para atajar el problema. Todo ello necesita una cabeza gestora y esa debiera ser el conjunto de las Fuerzas armadas españolas. Es la única institución creíble de poder para poder llevar a cabo tamaña empresa. Además, vertebra el invertebrado Estado de las autonomías, erigidas en taifas regidas muchas veces por maleantes ávidos de poder, lo que exige determinación y firmeza en la toma de decisiones. Por ello sería conveniente aprobar una Ley, debatida de verdad, no como la producción legislativa a la que nos ha acostumbrado este Gobierno, para tomar las riendas ante situaciones extraordinarias, que exigen que el Estado se visibilice y tome decisiones en aras del interés general.
Escuchaba el otro día a una representante del SATSE, que exigía la contratación de 130.000 enfermeras por el sistema público de salud: porque sólo este debe gestionar la crisis sanitaria y llevar a cabo la vacunación. Está claro que la estupidez no es cuestión de género, afecta a toda la especie humana. En este país no cabe un tonto más.