Reconstrucción y reconquista
La CEOE reunió a los más importantes empresarios para definir la reconstrucción de España
La crisis ha dispuesto la creación de una Comisión parlamentaria, como ha ocurrido en otros tantos países. Con seguridad hubiera sido mucho más deseable la creación de un órgano “ad hoc”, conformado por los mejores, que sin dudas no son los escogidos para la Comisión. ... Se ha preferido a políticos profesionales, muchos de ellos carentes de experiencia y currículo. Las conclusiones nadan tienen que ver con la realidad del padecimiento económico, por el que transita el país y lo que queda por pasar. La Comisión cuenta con medio centenar de parlamentarios de los distintos grupos políticos, pudiendo participar expertos. Se ha convertido en la comisión más amplia de todas las creadas en el Congreso. Su presidente es Pachi López, sin oficio ni beneficio. No estudió carrera alguna y su experiencia es la de un político profesional. El vicepresidente, Enrique Fernando Santiago Romero, abogado, comunista y asesor jurídico de los grupos terroristas colombianos FARC. Vicepresidente segundo Guillermo Mariscal Anaya, abogado. Secretaria primera María Luz Martínez Seijo, profesora de inglés. Secretaria segunda Isabel María Borrego Cortés, abogada. Nada bueno se puede esperar, cuando una comisión eminentemente económica, los CV acreditados, los que lo pueden hacer, son los de abogados. Picapleitos del montón. Ninguno especializado y primer espada de ningún despacho de fuste de derecho financiero y de los negocios o mercantil en sus distintas ramas. Economistas, ingenieros y matemáticos, hubieran sido los adecuados. Y como condición necesaria, saber lo que es una empresa. Saber lo que es el mercado. Saber algo más que derecho, que al nivel de un abogado del Estado es mucho. Pero me temo, que no son los casos. A colación con esto, un refrán que viene al pelo. El hábito no hace el monje, pero ayuda.
La CEOE reunió a los más importantes empresarios para definir la reconstrucción de España. El objetivo fue plantear una hoja de ruta común que, lleve a la reconstrucción del país tras la debacle económica causada por la pandemia. La banca, las telecomunicaciones, las energéticas, el textil, el sector turístico, las asociaciones territoriales de empresarios, y algunos más que estaban presentes. Esa debió ser la comisión de reconstrucción y luego someter a votación en el Congreso las diferentes conclusiones adoptadas, sectorialmente de manera particular y otra general, que recomponga el cuadro macroeconómico del Estado.
Se espera un milagro, por intervención divina de la Comisión. Una vez más la politización y la demagogia, son las características más salientes de lo allí acontecido. Por eso creo importante retrotraernos y comprobar que los milagros económicos existen, cuando se escoge la persona adecuada para ello. Alemania basó su reconstrucción después de quedar devastada terminada la 2ª Guerra Mundial, en la economía de mercado. Se consiguió impregnar las reformas de principios económicos liberales. Y por supuesto, se escogió al mejor. Al más formado y al que podría llevar a la práctica sus decisiones. Inteligente y carismático, especializado en economía y comercio, Ludwig Erhard fue el elegido. Alemania salió adelante y acreditó que los milagros económicos son posibles. Realizó la reforma monetaria, suprimió los controles de precios y regulaciones que condicionaban la economía alemana. Además, eliminó las cartillas de racionamiento. Se alió con la mecánica del mercado, regulando lo imprescindible. En sólo 12 años, a finales de los años 50, Alemania superaba el PIB/per cápita francés y en 1965 el de Gran Bretaña. Alemania se reconstruyó por las sabias decisiones tomadas por un sabio, liberal que basó su estrategia en el mercado y en los principios económicos liberales. El interés general como objetivo a perseguir.
A modo de síntesis, considero que la reconstrucción exigirá la toma de dos tipos de decisiones fundamentales: relacionadas con el gasto público y los ingresos públicos. En el corto plazo, debiera incidirse más si cabe en el control del gasto. Ello conllevará el examen de todas las partidas de gastos siguiendo el criterio de base cero y constatar que se adecúan a la nueva realidad. En caso contrario, la desaparición es lo procedente. Algo así como lo que hizo el profesor José Barea a partir de 1996, que puso a España cumpliendo las exigencias para la moneda común. Habrá que considerar la especial problemática de las personas sin recursos a consecuencia de la situación padecida. Pero, evitando la llamada trampa de la pobreza, que supone acomodarse a la cuantía y pretender no trabajar nunca más, al menos en la economía formal. Además, hay que poner fecha de caducidad a esta especial medida, cuando la crisis se haya superado. La aprobación del IMV no responde a estas consideraciones. La ausencia de condicionalidad es un error, que condicionará el propio mercado de trabajo. Como ya está ocurriendo en Andalucía y Extremadura con el subsidio agrario y el PER. Del lado impositivo, hay que partir de la necesidad consistente en que los gastos sean financiados con los impuestos. Pero la carga impositiva tiene un límite: que no afecte a las condiciones que hacen que los ciudadanos trabajen y lo quieran hacer, que ahorren e inviertan. Lo contrario sería absolutamente contraproducente.
Termino aludiendo a la imperiosa necesidad de reconquista del Estado en todo el territorio nacional. No se pretende la recentralización político-administrativa. Sólo hacer viable el Estado, que debe tender a los intereses generales y no parciales como pretenden en lógica las CC.AA. No se trata de evocar a Santiago, Don Pelayo y el Cid. Pero tampoco sobra.
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