Opinión
Nuestras libertades
Pues bien, la pandemia ha dejado al descubierto un gobierno que ha limitado bajo mínimo los derechos y las libertades de los españoles
![Pedro Sánchez, durante su última comparecencia.](https://s3.abcstatics.com/media/opinion/2020/04/06/v/pedro-sanchez-kd6D--1248x698@abc.jpg)
En los primeros parlamentos ingleses en el siglo XIII, en época de los Stuart, debatían abiertamente el dilema de la libertad, distinguiendo entre las personas libres y los que viven sujetos al dominio de otro. El Digesto del Derecho romano recogía ya los conceptos de ... hombre libres, siervos y esclavos. Éste es el que carece de la condición de ciudadano libre, porque está bajo el poder o la sujeción de otro. Decía Tito Livio que poseer libertades, es no estar sujeto al poder de otro. Este historiador romano procedió a definir los dos conceptos, con ocasión de la rendición de los Collantinos al pueblo de Roma. Aquellos fueron capaces de decidir su propia rendición, porque la decisión que tomaron estaba “en su propio poder, en libertad de hacer lo que quisieran”. Esta concepción de la libertad política, es la que comienzan los diputados ingleses en su crítica a la corona, en los comienzos del siglo XVII. En aquel entonces se debatía en el Parlamento inglés, el derecho que asistía al rey a encarcelar a cualquier ciudadano sin instruir causa. El efecto de esta prerrogativa, significaba la invasión de la libertad de las existentes y confirmadas por el Estado. En los debates parlamentarios se llegó a decir, que sí se le permitía al rey tal potestad, entonces los ciudadanos “quedaremos cautivos para siempre”. Poco tiempo después, Henry Parker, otro parlamentario, disertó en el parlamento a colación con el impuesto para la flota de guerra inglesa. Arguyó recurriendo una vez más al Derecho romano, lo que suponía vivir en estado de servidumbre, donde la mera voluntad del “príncipe” es Ley. Parker no tenía dudas de que sí se otorgaban dichos poderes al rey, la ciudadanía iba a ser reducía a la servidumbre. La dependencia ciudadana respecto de la voluntad del rey sería total. La Cámara de los Comunes desplegó una actividad inusitada. Se atacó de lleno los fundamentos de la prerrogativa real, proponiéndose una proposición para hacerse con el control de ciertas instituciones. Carlos I se negó, advirtiendo que la legislación que saliese del Parlamento sería vetada, utilizando para ello la prerrogativa del “juicio negativo”. El Parlamento dio un paso revolucionario, reclamando el derecho que le asistía a legislar, incluso en situaciones de emergencia, aún sin contar con el respaldo real. Lo contrario, el bloqueo por el rey de cualquier legislación, haría quedar reducido al Parlamento en un estado de completa dependencia respecto de la voluntad del rey. En consecuencia, los ingleses, salvo remedio argüido por los parlamentarios, se verían condenados a vivir sumisos a la arbitrariedad del rey. De tal forma que los ingleses nacidos libres, caerían irremediablemente en la condición de siervos, cuando no de esclavos.
Retrotraigámonos en el tiempo. Decía Tácito a colación con Tiberio, que cuando se llega a la tiranía indómita, habiendo socavado la libertad de los ciudadanos romanos, las consecuencias psicológicas a largo plazo de soportar una vida con tanta ansiedad e incertidumbre, no solo para el pueblo, sino también para los cónsules, senadores y demás prebostes del Estado, es insoportable. Acertó diciendo que “la servidumbre alimenta inevitablemente el servilismo”. Este argumento era el invocado también por los demócratas ingleses del siglo XVII. Ellos estaban preocupados porque el rey y su camarilla, estaban rodeados de aduladores serviles. Y las alocuciones de los oradores demócratas de entonces, terminaba diciendo que “el resultado final de vivir bajo el absolutismo es que todos se vuelven flojos, cobardes, mezquinos y quedan al final, degradados y abatidos”. Es lo que Hedley transmitió a la Cámara de los Comunes en 1610: “sí la libertad de los súbditos es impedida, sus tierras y sus bienes pueden ser tomados por cualquier medio mediante el poder absoluto del rey. Entonces son poco más que esclavos del rey. Se volverán cobardes y con su espíritu degradado y pondrán poco cuidado y poca industria en conseguir lo que puedan conservar. De modo que volverán a ser pobres y mezquinos, como los campesinos de otros países que nunca dispusieron de libertades”.
Dejemos la Inglaterra de los siglos XIII al XVII y volvamos a España, la del XXI. España, desde la Transición se identifica con la tradición y los valores del liberalismo. La democracia liberal española se organiza como monarquía parlamentaria. La democracia liberal es una forma de gobierno que consiste en una democracia representativa. En ella los ciudadanos poseen derechos individuales inviolables: la vida, la libertad y la propiedad privada. El Estado de derecho obliga a gobernantes y gobernados a respetar las reglas, impidiendo el ejercicio arbitrario del poder. Como doctrina política el liberalismo es una doctrina política, económica y social, que defiende la libertad individual, la igualdad ante la ley y una reducción del poder del Estado. El espíritu de la Constitución se resume en los términos liberal, democrático y respetuoso del bienestar de los españoles. Defiende los derechos individuales (fundamentalmente la libertad de expresión, la libertad de prensa y la libertad religiosa), el mercado libre, el secularismo, la igualdad de género y la igualdad racial, el capitalismo, la propiedad privada, la democracia, el Estado de derecho, la sociedad abierta y el internacionalismo.
Pues bien, la pandemia ha dejado al descubierto un gobierno que ha limitado bajo mínimo los derechos y las libertades de los españoles. No hemos sido informados convenientemente (atentado al derecho a ser informado) y se “teledirigen” los medos televisivos más importantes con 15 millones, para “que se “expresen con plena libertad y ejerzan su obligación de informar verazmente”. Las Cortes españolas han sido apartadas de su función fundamental, el control del gobierno (atentado al derecho de representación política por la Cortes de los ciudadanos españoles). El bienestar ciudadano, ha sido menospreciado: los médicos y la ciudadanía sin medios de protección individual necesarios para la conservación de la vida. No se adoptaron las medidas exigidas por la OMS y la UE (final de febrero y primeros días de marzo) por evidentes intereses espurios, pudiéndose calificar la conducta del gobierno, presuntamente criminal, por haber auspiciado con su conducta el contagio indiscriminado y generalizado de la población (atentado a la vida y a la integridad física). La posible práctica de “requisas” temporales (sin pago en consecuencia) de todo tipo de bienes (atentado a la propiedad).
El gobierno nos lleva al desastre. Está escrito cuando así se gobierna. Sólo tenemos que volver la mirada a Tito Livio, Salustio, Tácito, Parker y Hedley, entre otros muchos, para saber que nuestras libertades, las básicas (la vida, la libertad y la propiedad), están en peligro. Con 120 putos escaños no se puede ser tan soberbio. Con 120 putísimos escaños no se nos puede enviar a toda la ciudadanía al infierno por una larguísima temporada. Porque lo económico será mucho más grave que lo sanitario. Porque antes de todo esto, no se nos olvide, el PSOE y PODMOS negociaban incumplir aún más el déficit, para dejarnos sin capacidad de maniobra, para simplemente, poder haber podido gobernar salvando de la muerte a muchos de los más de 11744 fallecidos que dicen ha habido. De la economía, sólo recordar la ristra de políticas equivocadas y haber adoptado políticas comunistas-bolivarianas que sólo persiguen la sovietización de nuestro país. Pobre España y pobres españoles.