OPINIÓN
El que no lo vea, está ciego
En tiempos de tribulación, las noticias de cada día hacen que caigamos en la mayor de las perplejidades
En tiempos de tribulación, las noticias de cada día hacen que caigamos en la mayor de las perplejidades. La Ley de violencia de género, la Ley de memoria histórica (ahora democrática), la Ley de educación, la Orden reguladora del procedimiento de actuación contra la desinformación ( ... comité de la verdad), RD por el que se declara el estado de alarma para contener la propagación de infecciones causadas por el SARS-CoV-2…Esta última fechada el 25 de octubre, suspende la actividad de control por el Congreso al Gobierno. Esto sólo es una pequeña muestra de la deriva antidemocrática e inconstitucional de las acciones promovidas por el Gobierno, que ha hecho desaparecer el debate parlamentario, recurriendo de manera prácticamente exclusiva al Decreto-Ley para legislar, a la sombra del poder que por naturaleza lo tienen que, en el caso español, son las Cortes. Los que mandan han decidido desmontar el Estado de derecho. La falta de respeto a las instituciones (al Consejo de Estado, al Consejo General del Poder Judicial, el uso torticero de la Fiscalía General…), ponen de manifiesto que la pervivencia de las instituciones que articulan un Estado democrático y de derecho, exigen más que normas, necesitan valores y principios democráticos para el funcionamiento regular de las mismas.
La deriva totalitaria del Gobierno, arrastra al Estado. Quizás el Gobierno maneja “inadecuadamente” la visión que Oakeshott tenía sobre la política. A diferencia de Aristóteles, que decía que el hombre es un animal político, aquel presenta una visión esencialmente no política de la naturaleza humana, cuando dice que la mayoría de las personas son “criaturas que buscan seguridad, cautelas y dependencia. Pero, la política surge de la existencia de la escasez. A diferencia de las concepciones liberales, que consideran la vida privada como el ámbito de la armonía y la libertad, los socialistas la ven como un sistema de injusticia y desigualdad. Por ello, estos abogan por extender las competencias del Estado. El Estado omnipresente. El Estado como idea ética, moralmente superior a la sociedad civil. Hegel en estado puro. Sólo que la forma más radical de esta teoría sustenta la concepción del Estado totalitario, en la fórmula expresa por Gentile: “todo por el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”. Máxime sí a ello añadimos que, la esencia de la política es el poder como fin. Su consecución “legitima” cualquier medio para alcanzarlo. La alternativa conocida al orden liberal, a la izquierda y a la derecha, son los fenómenos totalitarios: el fascismo italiano, el nacional-socialismo alemán y el comunismo marxista-leninista. Convergen ellos en lo siguiente: ideología suficientemente elaborada, con pretensiones abarcadora como para construir una nueva sociedad y un “hombre nuevo”; movimientos de masas politizadas que posibilite la superación de la sociedad liberal, a través del monopolio de una clase social; pleno control de los medios relevantes de comunicación y de coacción; control burocrático de la economía; liderazgo político populista y demagogo…La dictadura que instaure el “proletariado”, por medio de operaciones despóticas sobre el derecho de propiedad y las relaciones burguesas de producción, es a lo que nos lleva la política económica ínsita en el proyecto de prepuestos del Estado, la cronificación del déficit del Estado y la inasumible deuda pública, que terminarán impidiendo la economía en régimen de mercado.
Sí la legitimidad política la definimos como “lo ajustado a derecho”, cuestión directamente relacionada con la distinción entre poder y autoridad, podemos convenir que la legitimidad es aquella cualidad que convierte el poder sin límites en autoridad justa, asegurándose que los mandatos dimanantes del poder, sean obedecidos por el sentido del deber y no por el temor al mandato. Este gobierno carece de legitimidad, por eso el Estado se sostienen mediante el temor y la intimidación. La relación de normas con las que comenzaba así lo delata. Impedir el control democrático a las Cortes, debería hacernos reflexionar. Corría el siglo XVII y el diputado Henry Parker, disertó en el parlamento inglés a colación con los impuestos. Arguyó recurriendo una vez más al Derecho romano, lo que suponía vivir en estado de servidumbre, donde la mera voluntad del “príncipe” es Ley. Parker no tenía dudas de que sí se otorgaban dichos poderes al rey, la ciudadanía iba a ser reducía a la servidumbre. La dependencia ciudadana respecto de la voluntad del rey sería total. Retrotraigámonos más aún, dos mil quinientos años, Aristóteles sostenía que la legitimidad del Estado solo es posible sí este actúa en beneficio del conjunto de la sociedad y no basado en los intereses egoístas de los gobernantes. Sólo la voluntad general, la de todo el pueblo español, la representan las Cortes. Estas han sido secuestradas, de momento por seis meses. Dado que el gobierno no va ser controlado por los depositarios de la soberanía y dado que la “Comisión de la verdad” decidirá que es información y que es desinformación, a lo mejor, este artículo es tildado de “bazofia desinformativa” por el poder desnudo carente de legitimidad. Por ello le digo a Redondo y a Oliver, las dos cabezas de la Comisión, que la AEAT tienen toda mi información, incluido mi domicilio. Sólo que, si vienen a meterme en una “checa” y es al medio día, búsquenme en la Barrita 37, en el CC de Vistahermosa. Allí brindo por España todos los días con Tío Pepe.