Menosprecio a las Cortes
Efectivamente, pretenden desmontar las esencias de las democracias liberales, fundamento de nuestro Estado democrático de derecho
Sánchez huye de las Cortes para evitar tener que dar explicaciones. Ha hallado en su agenda internacional el pretexto para esquivarlo. El parón parlamentario que decidió la Mesa del Congreso de los Diputados en marzo de 2020, vulneró el derecho al control del Gobierno por ... parte del poder legislativo. Tanto tiempo alejado de las Cortes, sin someterse al control parlamentario, desaparecidos en la práctica los procedimientos ordinarios legislativos y el consiguiente abuso del Real Decreto-Ley que, da la impresión de un camino sin retorno que se aleja inexorablemente del parlamentarismo y por lo tanto de la propia forma política del Estado español: la Monarquía parlamentaria. Nos encontramos inmerso en la búsqueda del verdadero poder a juicio de Carl Schmitt. Este no se encuentra en el Parlamento, sino en el ejecutivo. El Gobierno omnicomprensivo que concentra todo el poder del Estado. Sólo le queda para concentrar todo el poder el asalto definitivo al Poder judicial. Y a ello dedica todas las energías ‘cum fraude’ y sus acólitos seguidores que conforman esa banda en la que se ha convertido el Consejo de ministros. Lo explicitó con claridad meridiana el Ministro de la presidencia, cuando relataba la intencionalidad gubernamental de concentrar las capacidades de juzgar, legislar y ejecutar, todo ello «por supuesto en nombre del pueblo».
La democracia es definida como gobierno del pueblo. Una de sus acepciones, la que es recogida en nuestra Constitución, la idea contemporánea de democracia dominada por la forma de la democracia electoral, es la democracia liberal. Sin embargo, el concepto de democracia es quizás el más promiscuo de los diferentes conceptos en la teoría política. Motivo por el que su significado es diferente para cada individuo. En Occidente la democracia liberal se ha impuesto, como la única forma factible de democracia. Desde la perspectiva liberal, el Estado es un mal necesario que puede convertirse en una tiranía en contra de los ciudadanos, si no se limita el poder del poder ejecutivo que nos gobierna. A lo que hay que añadir que, las sociedades democráticas liberales se asientan en la presencia de una sociedad civil fuerte y dinámica, fundamentada en el respeto reverencial a las libertades civiles y el derecho de propiedad. Por eso, la indisoluble situación de coexistencia del Estado democrático liberal y el orden económico capitalista. El elemento «democrático por excelencia» en la democracia liberal se fundamenta en la idea del consentimiento popular que se canaliza a través del voto. Éste se erige en la única fuente de legitimidad de la autoridad política. A ello añadimos que, la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado y que son las Cortes Generales, las que representan al pueblo español y ejercen la potestad legislativa del Estado, así como el lugar en el que los políticos organizados en partidos rinden cuentas a los ciudadanos. De no ser así, se impide el ejercicio natural del pluralismo político, tal como es concebido en las democracias liberales. La competencia abierta (unos gobiernan y otros controlan la acción de gobierno), es aupada a la consideración de la esencia de la democracia.
Tenía razón «el tal Maritxol», exministro de Justicia, cuando dijo que España se encontraba en un proceso constituyente. Efectivamente, pretenden desmontar las esencias de las democracias liberales, fundamento de nuestro Estado democrático de derecho. La coalición de gobierno nacionalistas-socialistas-comunistas, han iniciado el tránsito hacia el Estado totalitario, preconizado por Schmitt. Para este, la democracia es entendida a partir del concepto de Estado total, que ha superado el momento liberal. Es un Estado fuerte, que se inmiscuye en todas las esferas de la vida en sociedad. En la democracia, para Schmitt, como para la coalición gubernamental, todo es político. En este marco, se entienden sus críticas al liberalismo, al parlamento como institución y al parlamentarismo como forma de gobierno. La representación política expresada en las Cortes, es acallada. La inmediatez de lo político representada por el gobierno, se arroga la voluntad popular. No se admite el pluralismo, ya que justifica la homogeneidad propia de la «democracia», que deviene en unanimidad, lo que justifica acallar la voz de la oposición, excluyendo cualquier atisbo de diferencia. La coalición que nos gobierna preconiza con sus actos, la destrucción del modelo parlamentario, apoyándose en la falta de una ciudadanía comprometida con la democracia. Podemos ha mostrado en varias ocasiones su admiración por Schmitt, consecuencia directa de su visión hobbesiana de la política, a favor de un Estado totalitario y la dialéctica maniquea amigo-enemigo. Ellos, los que gobiernan y los otros, la oposición, a la que hay que hacer desaparecer. A rastras de Podemos, el PSOE. Esto es lo que hay. «Bendita separación de poderes».