Ideológicamente electrocutados

Benjamín Franklin inició sus experimentos sobre la electricidad allá por 1747. Estaba convencido de que las tormentas eran fenómenos eléctricos y propuso un método temerario para demostrarlo. Lo que no advirtió era la tormenta que se produciría dos siglos y medio después, debido a los ... calificados de temerarios precios que, este verano ha experimentado la factura eléctrica. En el siglo XIX la electricidad se había convertido en una de las principales fuerzas motrices de la Segunda Revolución Industrial. La dimensión de la revolución científico y económica proveniente de la electricidad vino de la mano Edison y su revolucionaria manera de entender la relación entre investigación científico-técnica y mercado capitalista, que convirtió la innovación tecnológica en una actividad industrial. La electrificación no solo fue un proceso técnico, sino un verdadero cambio social de consecuencias infinitas, como el alumbrado y su aplicación a la práctica totalidad de sectores industriales y de las comunicaciones. La Tercera Revolución Industrial que tienen lugar en el siglo XX, la de la sociedad de la información, es consustancial con el consumo eléctrico para su desarrollo.

Lenin definió el socialismo como la suma de la electrificación y el poder de los soviets. El capitalismo contribuyó a su uso doméstico e industrial, apareciendo y posibilitando el desarrollo de la sociedad de consumo de masas. En el comunismo y en el capitalismo, la electricidad es una forma de energía que produce efectos luminosos, mecánicos, caloríficos, químicos…, y que se debe a la separación o movimiento de los electrones que forman los átomos. En la URSS y sus satélites sabíamos de las restricciones a su consumo doméstico. Gobernar así es sencillo. Es más, permitiría a día de hoy la gestión integral del suministro con energías renovables. Cuando estas no dan más de sí por las inclemencias meteorológicas, incluido que todos los días se hace de noche, se produce una desconexión eléctrica y todos contentos alabando que el resto del tiempo fueron potenciales consumidores del equivalente a cinco bombillas por hogar y familia. La sociedad de consumo capitalista, se preocupa de satisfacer las expectativas de demanda de los consumidores, sin restricciones. Para ello es necesario satisfacer la demanda de consumo en todo momento del día. Por lo que sí las renovales y las hidroeléctricas no ofertan lo que demanda el mercado, es preciso complementarla con otras formas de generación: nucleares, carbón y gas fundamentalmente.

Nuestra ecológica sociedad de salón exigió la retirada de las nucleares. El uso del carbón es pecaminoso sólo de pensarlo. Sólo nos queda en la práctica española el gas, las llamadas centrales de ciclo combinado para equilibrar la oferta y la demanda, cuando el resto de la estructura productiva generadora de electricidad, no son capaces de satisfacer al mercado. Las necesidades de gas son cuantiosas en todo el mundo. La demanda mundial se ha cuadruplicado en el último año, lo que tienen como consecuencia la subida de su precio. Ello repercute directamente en el coste de la generación eléctrica, de ahí la subida en la factura de la luz.

El sistema eléctrico europeo y por lo tanto también en España es marginalista. Quiere ello decir que el precio más caro que es ofrecido diariamente por los productores de electricidad, es el que fija el precio de todas las ofertas, incluyendo en estas, aquellas que inicialmente fueron más bajas. A ello hay que añadir el precio de las emisiones de dióxido de carbono, inexistentes con las renovables y nucleares, pero no con las de carbón o gas, cuya producción exige la compra de bonos de emisión. A lo que hay que añadir que el 60% de la factura son conceptos que nada tienen que ver con el coste de la producción y distribución eléctrica. Sólo el 40% se refieren al coste de poder consumir energía eléctrica. Y entre tanto, nuestro alcalde Kichi, ha subido desde el día uno de septiembre el precio por encima de las referencias de los grandes operadores españoles. En Cádiz tenemos una empresa distribuidora pública (con participación privada). En Italia existe una eléctrica pública (la que quiso ‘asaltar’ a Endesa en época de Manuel Pizarro, que aguantó el tirón), y vende la electricidad hoy un 17% más cara que los operadores eléctricos privados. La luz se ha convertido en la principal causa de desgaste de ‘cum fraude’ y su gobierno. Y la propuesta de Podemos de intervención del mercado es sólo la penúltima decisión demagógica, que pretende arrastrar al gobierno. La ‘progrez’ ha quedado desguarnecida intelectualmente una vez más. Han metido los dedos en el enchufe y han salido electrocutados. Lo que hace gestionar ideológicamente lo inaceptable.

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