Gargantas profundas

En las últimas semanas, se ha hablado de la derogación, de la reforma, de la imposibilidad de derogación y de la afirmación de la derogación

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. EFE
Fernando Sicre

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Linda prueba con la garganta profunda y descubre que es lo que más le excita. Nixon quiso impedir la exhibición cinematográfica de la cinta y la censura de la Administración produjo el efecto contrario. Lograron condenar al actor principal. Le ofrecieron ser protagonista a cambio ... de 100 dólares. Linda mantuvo en el juicio que nunca cobró, lo hizo su marido por la suma de 1.250 dólares. Eso sí se lo tragó todo. No sólo lo hizo con Rems, el actor, también a Nixon, que fue tragado literalmente cuando saltó el escándalo Watergate. Una venganza en toda regla del que aspiraba a dirigir el FBI. La posibilidad de que éste, ‘Garganta profunda’ hubiera actuado por rencor había sido barajada. Y terminó por confirmar el presagio. El escándalo destapó múltiples abusos de poder por parte del gobierno de Nixon. A colación con la derogación de la reforma laboral, militantes, simpatizantes y votantes de la izquierda española del siglo XXI van a usurpar por derecho propio el nombre de tan insigne acontecimiento político sexual, según se mire. La gran familia de la izquierda, lo de grande lo digo porque representa al 50% de la población, traga todo lo que le echen encima. Lo que le pongan por delante se lo comen, lo lamen y se regocijan con todo ello. El problema es la indigestión posible de tanto tragar y tragar. Que se lo digan a Linda.

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