España no puede, las empresas tampoco
La corrupción es una de las manifestaciones más recurrente y visibles del abuso de poder
El 80% de las empresas que conforman el IBEX forman parte de sectores altamente regulados. Dependen de decisiones políticas, normativizadas en los diarios oficiales. Desde el BOE hasta un vulgar BOP, pasando por el DOUE, Diario Oficial de la Unión Europea, regulan la actividad económica. ... Quizás sea esta la razón por la que el IBEX no levanta cabeza desde 2007, cuando alcanzó su máxima cotización: 15.945 puntos. Hoy, el índice se sitúa en un 56% por debajo de aquella cantidad. En Europa, la bajada representa un 25%. En USA el Dow Jones se encuentra en el 114%, prácticamente abordando el índice previo a la crisis sanitaria. La empresa española con mayor capitalización bursátil es INDITEX. Tiene una particularidad esta empresa, su escasa dependencia de las decisiones políticas reflejadas en el BOE. Seguro que esta circunstancia ha posibilitado erigirse como empresa altamente competitiva a nivel mundial. Sí el producto es bueno y el precio aceptable, se vende. En caso contrario, dejaría de existir la empresa. Sin embargo, una buena parte de empresas, tienen una altísima dependencia en su devenir de las decisiones políticas, sobre todo en los llamados sectores económicos regulados.
A diferencia del comunismo, donde prevalece la planificación económica, que incluye decisiones sobre el tipo de bienes y servicios que se produce, la cantidad de ellos y quienes lo producirán y los consumirán. Es el sueño anhelado del “vice Iglesias”, coletas y pendientes y no sé qué abalorios más. El absurdo e indeseable sueño comunista colapsó en 1989. Las democracias liberales con economías capitalistas, ganaban la batalla. Pero, tampoco en estas es el mercado el que reluce en toda su dimensión. En una economía de mercado, las decisiones del planificador central son sustituidas por las decisiones de millones de empresas y familias. Las empresas deciden a quien contratan y que producir. Las familias, donde trabajar y que comprar con su renta. Los precios y el interés personal, orientan las decisiones de ambas partes en el mercado. Ahora bien, la mano invisible en que consiste el mercado, no es tan larga como parece. Para empezar, necesita del concurso del Estado. El mercado sólo funciona sí se respetan los derechos de propiedad. Pero, no sólo esta es la razón por la que interviene el Estado en la economía: la eficacia y la equidad, son determinantes en su intervención. Lo que se traduce en la importancia del crecimiento económico y en el reparto. Parece una contradicción, pero no lo es. Siempre se ha dicho que la mano invisible lleva a los mercados a asignar eficientemente los recursos. Pero, no siempre es así. El término “fallo del mercado”, es el concepto utilizado para definir aquellos supuestos en los que el mercado no asigna por sí, de manera adecuada y eficiente los recursos. Y es aquí donde inexorablemente entra la política, en forma de ejercicio del poder. Se dice que el poder es tan central en la política, como el dinero lo es en la economía. Con carácter general, el poder es la capacidad de producir resultados. O sea, causar acciones para producir resultados. El poder político es la capacidad de producir resultados mediante el control del Estado o ejerciendo influencia sobre él y sus instituciones. Ese poder político, es ejercido por las llamadas élites políticas, formadas por personas prominentes. Prominentes, pero en absolutos los mejores formados e informados del devenir de las cosas. Sus decisiones son básicas en el funcionamiento del Estado y en consecuencias para la economía. Por eso, es tan importante evitar el abuso de poder. Ahora entenderemos la importancia de la transparencia y que las decisiones de política económica se negocien y decidan en las Cortes. En esta legislatura, ciertas «élites» han decidido que esto no sea así. La preeminencia de las mesas de partidos es sólo un ejemplo palpable de lo que no se debe hacer. Todo ello conduce a la inseguridad jurídica, con importantes efectos perverso en la economía y por supuesto nos lleva a la corrupción política. Saltarse los cauces ordinarios, esquivar los contrapesos del poder, es corrupción política. No situar en las élites políticas a los mejores, a los más capacitados en la toma de decisiones que, afectan a la ciudadanía en general, es también corrupción política. Sólo hay que ver quien es cada cual en las Cortes, en el Gobierno y demás instituciones políticas. La política se ha convertido en el vehículo del uso del poder sin más, sin control. Sí el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente. Lo decía Lord Acton en pleno siglo XIX. La corrupción es una de las manifestaciones más recurrente y visibles del abuso de poder.
En la casa de América tuvo lugar el encuentro. Muchos de los asistentes por la parte empresarial, representan ese 80% de empresas altamente reguladas. Las mascarillas de los asistentes impedían ver las caras de babosos que a muchos de ellos se les habrá puesto con el encuentro. Es lo que pasa cuando uno depende del BOE hasta para ir al baño. España puede, con Sánchez no se puede. Porque el gobierno no es la solución, es el problema. Cohabitar en un gobierno con nostálgicos comunistas, a sabiendas del estrepitoso fracaso de su credo político, es lo que impide a cum fraude tomar decisiones que nos hagan creer que efectivamente sí se puede.