Dios guarde muchos años al Rey

El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones

Dice el ‘del moño’ que el Rey no ha sido votado. En consecuencia, la Corona es una institución caduca, trasnochada y antidemocrática. Lo que no sabe ‘el coletas’ es que el Rey encarna una institución constitucional, incardinada en la Constitución y que fue votada por ... el 94% de los votos afirmativos. Además, su figura es pieza clave en la propia consideración del Estado. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones. En las monarquías parlamentarias, el poder ejecutivo proviene del legislativo, el cual es elegido por los ciudadanos, siendo el monarca una figura esencialmente simbólica. A lo que hay que añadir que, la Corona de España es hereditaria en los sucesores de S M Don Juan Carlos I de Borbón. Se trata del tipo más común de monarquía, siendo la utilizada por casi todas las monarquías actualmente existentes. El sistema hereditario tiene como ventajas la estabilidad, la continuidad y previsibilidad, así como los factores de estabilidad interna de afecto familiar y lealtad. Tendríamos que remontarnos al pueblo de Esparta para obtener un ejemplo pretérito de monarquía electiva. Hoy, sólo disponemos de los casos de Samoa, la Soberana Orden de Malta, la Ciudad del Vaticano, los Emiratos Árabes Unidos, Camboya y Malasia, como únicas monarquías electivas reinantes vigentes. En estos, los candidatos pertenecen a algún cuerpo restringido, por el cargo ocupado, la pertenencia a un estamento (nacimiento), o algún tipo de condición personal o social.

Tenemos un grandísimo hijo de Putin, de Lenin y Stalin (por comunista) y un perfecto hijo ‘frapero’ que pretende acabar con el sistema constitucional, sin utilizar la vía legal existente para ello. Hijo putativo y natural respectivamente. Pretende imponernos por la fuerza una República de Republicas. Un ‘pifostio de cojones’. Saben que, cumpliendo la Ley, el art.168 CE, no harán realidad sus ensoñaciones.

El Rey habló. Lo hizo con convicción y prudencia. Se puso al lado de los que más han sufrido y siguen sufriendo con la situación actual. De su padre lo justo y necesario. Dijo que «los principios morales y éticos que nos obligan a todos, sin excepciones, por encima de cualquier consideración personal o familiar». Y sobre lo que habló, objeto de la sobremesa navideña, un mensaje dirigido a todos los españoles de bien. Manos solventes. Ya que no había posibilidad para atacar la integridad y honestidad del Rey, es por lo que utilizan la vía de arremeter contra la Corona. La pretensión es derribar el sistema. Empezaron con la Justicia como poder del Estado y ahora toca la Corona, como institución que encarna la propia forma del Estado. De ahí que los catalanes manifestaran al respecto que «el único discurso que nos interesa es el anuncio del fin de la monarquía». Mientras que los vascos de Bildu han dicho que el discurso denota «falta de la concepción de derechos humanos». Sí, los herederos de 850 asesinatos dando lecciones de derechos humanos. Y, a rematar la faena, la cobardía sempiterna del PSOE. Cómplices de esta caterva de desestabilizadores que son a la postre los integrantes de la coalición de gobierno que nos desgobierna. La situación hace que retrotraiga mi mente 84 años, inmediatamente después del pucherazo de las elecciones de febrero de 1936, que aupó al poder al Frente Popular, cuando comenzaron las acciones de la izquierda para provocar una guerra civil, convencidos como estaban los socialistas y los comunistas que, desencadenado el conflicto, ellos lo iban a ganar y se instalarían en el poder perpetuamente. Sí, la pretensión de derribo por la fuerza de los hechos, alejados de la Ley, del Sistema impuesto en 1978, con una aprobación absolutamente mayoritaria, es lo que hay. Y en la diana de todas las fechorías ejecutadas y las que quedan por este sinfín de impresentables y deleznables miembros de la coalición gubernamental, SM el Rey.

Los constituyentes españoles fueron los únicos desde la II Guerra Mundial que han optado por una restauración monárquica. El Rey D. Juan Carlos, en el tiempo que transcurre entre la muerte del dictador y la aprobación de la CE, desempeñó un trascendente papel. Y lo siguió haciendo. Después, de un tiempo para acá ha hecho cosas muy mal hechas. Como han hecho y hacen los políticos de todos los partidos. La casta política española, está llena de corrupción. No por ello van a dejar de existir los políticos. Sí a ello le unimos la falta de preparación, adocenamiento, sectarismo y falta de raciocinio en sus decisiones, quizás sería conveniente ir pensando en la teoría política de Aristóteles, quien manifestaba que el fundamento de la democracia es la libertad. Y, la libertad como fundamento constitucional democrático, tiene la siguiente característica: en una democracia, los ciudadanos son gobernados y gobiernan por turno. La justicia política propia de la democracia, que considera que a cada cual es debido lo mismo numéricamente. Es decir, un quantum igual para cada miembro de la comunidad política.

Hoy más que nunca, la monarquía como poder moderador, símbolo de unidad y permanencia del Estado, es necesaria ante una nación huérfana de líderes políticos. Dios guarde muchos años al Rey. ¡Viva el Rey!

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