Desmemoria democrática
«Podemos es producto de esa memoria 'zapateril', que se fue desactivando, engendrando un ejército de indignados»
La memoria democrática es por esencia plural y abierta al debate. Desde el inicio de la República hasta la finalización de Guerra Civil, se han escrito más de dos decenas de miles de libros. Me niego a que la de Cabra y el de Galapagar ... produzcan una visión única de ese especial, delicado y doloroso episodio de la Historia de España. Cum fraude y el mismísimo hijo de Putin (comunista vice Iglesias), relanzan una vez más las estrategias puestas en marcha por ZP: el negocio de la memoria, entonces histórica, ahora democrática. Todo un negocio entonces y más aún ahora.
Recurrir a la memoria se me antoja una falta absoluta de pudor. Podemos es producto de esa memoria “zapateril”, que se fue desactivando, engendrando un ejército de indignados. Ahora, Pedro y Pablo, aspiran a un nuevo negocio: la memoria democrática. El PSOE acepta el relato comunista de Podemos, el que hasta hace poco lo era en exclusiva de una izquierda marginal. Esta ha ganado la batalla cultural en la izquierda, arrastrando al PSOE, haciéndolos cómplices de sus propios críticos. Porque que no se nos olvide, el PSOE del doctor plagio, nada tienen que ver con el de la Transición. El gobierno del nacional-socialismo-comunismo de hoy, nada tiene que ver con la socialdemocracia de 1982.
La izquierda con la memoria histórica ha desenterrado a Franco y lo pusieron a pasear por las calles. Parece que no pueden vivir sin él. Algo así como “ni contigo, ni sin ti”. Ahora estamos en el tiempo de la memoria democrática, a decir por la egabrense Calvo. A esta, se le olvida un principio determinante en las democracias modernas avanzadas que, consiste en que el consentimiento no puede circunscribirse en exclusiva a la mayoría parlamentaria, sino que obliga a esta a atender a las minorías y a la propia historiografía. Especialmente en este caso que ahora nos ocupa. A este respecto advertía Rawls que todo argumento deberá ser razonablemente aceptable para todos los ciudadanos.
Lo contrario es gobernar para algunos, pero no para todos. Primero con la Memoria histórica y ahora con la Memoria democrática, lo que se hace es politizar la Historia. Y qué efectos tiene esto: elevar el nivel de confrontación ideológica. Estamos en la posmodernidad y en ella toma preeminencia la formulación política filosófica de Nietzsche, destacando la importancia de la voluntad de poder, creando cada uno su propio mundo y formulando sus propios valores. Decía que “Dios ha muerto”. Significa ello el rechazo a todos los principios morales y políticos. Eso alentó a muchos a considerar la verdad como una ficción y a vincular las creencias y valores con la afirmación del poder. Irremediablemente ello nos lleva a las teorías de Foucault, que dicen que el conocimiento está profundamente entrelazado con el poder y que la verdad es siempre una construcción social.
El poder puede ser tanto productivo como prohibido. El poder que ahora ejerce la mayoría parlamentaria que, bien podemos denominar nacional-socialismo-comunismo, es la expresión del poder típico del posmodernismo y de sus artífices. La intención del gobierno con el proyecto de Ley, supone revisar nuestra historia democrática que nace en el 78. La inseguridad jurídica amedrenta a todos , no solo a los futuros inversores, a todos y cada uno de los ciudadanos. La Constitución comienza a quedar en papel mojado. El Estado de derecho también, consecuencia lógica de la inseguridad jurídica manifiesta que, terminará apoderándose de todos.
No hay democracia sin Constitución. No hay Constitución si las normas que la informan no se cumplen. La ley es la expresión de la voluntad popular, que radica en la soberanía nacional, de la que emanan todos los poderes del Estado. Poner en cuestión la Ley de amnistía es un craso error. El PSOE pretende la destrucción del Estado tal y como lo conocemos desde el 78. Podemos también, pero eso ya lo sabíamos. Escuchando días atrás a Paco Vázquez, lo hacía saber. Una buena persona, un gran patriota y un gran socialista, que sin duda tiene todos mis respetos. Muchos como él vienen diciendo de forma machacona y no les falta razón que, los acontecimientos golpistas en nuestra nación durante los siglos XIX y XX, se han producido en momentos de desestabilización y profundas crisis políticas y económicas.
El gobierno pretende perpetuarse en el poder y para eso se ha inventado que España deberá ser una República plurinacional. Pues bien, que lo digan con claridad, porque aplicando la Constitución y su mecanismo de reforma, eso no podrá ser jamás. Que pretenden entonces, seguir la senda del golpismo catalán, o quieren hacer un ejercicio de memoria histórica, pero de la buena y rememorar el golpismo socialista de la España de 1934. Llevarnos al abismo, al origen de la Guerra civil. El genocidio de las sotanas fue el siguiente incidente protagonizada por esa execrable izquierda. Luego los magnicidios y a continuación, lo que ya ustedes conocen sobradamente. Precisamente, lo que el nacional-socialismo-comunismo quiere reescribir. Efectivamente, el posmodernismo ha invadido este gobierno que desgobierna basado en la mentira más burda. Exhuman al dictador y no inhuman numéricamente a todos los muertos victimas del virus. Maldito virus y maldito gobierno de pervertidos fosores.